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Yihadistas entre nosotros
Esta semana han muerto a manos del Estado Islámico (EI) las dos primeras víctimas españolas de una guerra que enfrenta a este grupo terrorista con el resto del mundo libre. La amenaza yihadista ha dejado de ser una entelequia para convertirse en una realidad que pone en peligro cada día nuestros valores democráticos y nuestra forma de vida. Ya no se trata de saber si habrá atentados en Europa, sino de cuándo y dónde se producirá el siguiente. Así lo recordaba estos días el primer ministro francés, Manuel Valls, quien ha asegurado que la amenaza que nos acecha no tiene precedentes y exige la asunción de medidas también excepcionales. En esta batalla, España tiene mucho que decir. Nos encontramos a las puertas de Europa y a unos cientos de kilómetros de Túnez, donde los asesinos del EI segaron la vida del matrimonio catalán y de otra veintena de personas. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha tomado la delantera y ha convertido la cumbre que se celebrará el 13 de abril en Barcelona en un foro del que deben salir nuevas formas de colaboración entre la Unión Europea y los países del Mediterráneo. Por primera vez, la UE se plantea enviar una misión a Libia para estabilizar la región, pero antes la ONU debe lograr un acuerdo de paz entre los bandos enfrentados.
La unión entre los socios comunitarios y la alianza con Estados Unidos son el leitmotiv de nuestro Gobierno para librar una guerra que nos incumbe a todos. Con tal fin, España creó el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO), que en sólo unas semanas ha logrado establecer más de 150 conexiones entre grupos terroristas y el crimen organizado. Y es que atacar su financiación es una de las claves para debilitar el yihadismo y mermar su capacidad de acción. El rastro del dinero empleado por este grupo de lunáticos conduce a las redes de tráfico de órganos y de personas, al narcotráfico y a la venta de petróleo y de antigüedades que acaban en el mercado negro. Todo ello, para sufragar un combate que aspira a instaurar lo que ellos llaman el «califato mundial», ya sea a través de atentados perpetrados por células durmientes o de acciones de los llamados «lobos solitarios». Según publica hoy LA RAZÓN, cerca de un millar de yihadistas han regresado al Viejo Continente tras su paso por Siria e Irak, donde recibieron el adiestramiento militar necesario para golpear en cualquier ciudad europea. El riesgo es, por tanto, elevadísimo y debe hacernos extremar la cautela ante lo que pueda venir. El mensaje del EI en el que reivindicaba la matanza de Túnez lo dejaba bien claro: «Esto ha sido solo la primera gota de lluvia». Debemos estar preparados, pues, para resistir la peor de las tormentas.
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