Crisis migratoria en Europa
«Aquarius»: sí hay efecto llamada
Desde que el Gobierno de Pedro Sánchez decidió abrir el puerto de Valencia a los rescatados del buque «Aquarius», en alarde de propaganda humanitarista, televisado en directo y en el que participaron ministros y autoridades autonómicas, las mafias que trafican con la inmigración irregular han cambiado la ruta del Mediterráneo central por la del Estrecho de Gibraltar. El resultado es el colapso de las instalaciones de acogida en toda el área de la bahía de Algeciras, hasta Tarifa, desbordadas por las oleadas de pateras que parten del norte de África. Sólo en los últimos tres días los servicios de salvamento marítimo han rescatado a 1.300 emigrantes, a muchos de los cuales ha habido que alojar en los propios buques. España ya ha superado con creces a Italia, como destino del tráfico irregular y la situación se agravará en agosto, con el mar calmado. Con todo, lo peor no es que el Gobierno despreciara las advertencias de lo que se avecinaba, si es que estaba dispuesto a aceptar que las costas españolas fueran la nueva Lampedusa, sino que no haya dispuesto los medios necesarios para atender a la inevitable avalancha de irregulares que el efecto llamada iba a producir. Ahora habrá que improvisar, tarde y mal, como siempre.
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