Y volvieron cantando
Ese genético miedo a VOX
Bildu ha sabido borrar ante las nuevas generaciones la imagen de un pasado bañado en sangre convirtiéndose en una opción «amable» para quienes no recuerdan
Como conviene llamar a las cosas por su nombre, lo que el resultado de los comicios celebrados hace dieciocho días arroja es un significativo contraste entre el temor de los españoles a lo que VOX creen que representa y una más que patente condescendencia, especialmente en País Vasco y Cataluña, hacia lo que Bildu ha dejado supuestamente de representar. A eso se le llama –y con permiso de tres millones de electores que han seguido votando al partido de Abascal– pánico al abismo de la ultraderecha convenientemente azuzado por la maquinaria de propaganda Monclovita y lo denomino pánico porque hay algo de irracional parálisis cuando no se llega a reparar, ni siquiera en el hecho de que muchos dirigentes de VOX eran los que no hace tantos años tenían que mirar cada mañana en los bajos de su coche, mientras que algunos de los de Bildu eran los que daban el aviso de por dónde iba a pasar ese coche alguna trágica mañana, por no hablar de que los primeros aceptan el orden constitucional y solo quieren cambiarlo por la fuerza de las urnas y la legalidad mientras que los segundos –y aquí se suman a Bildu Esquerra Republicana y Junts– no dudan en afirmar que España –textual en las actas del Congreso– «les importa un comino» además de reconocer que su hoja de ruta corre en dirección distinta al interés general de un Estado al que permanentemente pretenden debilitar.
Las razones por las que, a diferencia especialmente de la Italia de Meloni pero también de otros países europeos, en España la derecha –que yo llamo ultraortodoxa, no extrema– se topa con un rechazo tan secular obedecen especialmente a dos grandes motivos a mi modo de entender. El primero es el genético recuerdo de la dictadura franquista en la que desembocó la guerra civil, convenientemente regado y actualizado por una izquierda que lo necesita para coadyuvar su pedaleo ideológico en torno al feminismo y el ecologismo y el segundo y más importante es que Bildu ha sabido borrar ante las nuevas generaciones la imagen de un pasado bañado en sangre convirtiéndose en una opción «amable» para quienes no recuerdan, mientras que VOX contempla como su voz cantante, a veces no es tanto la de Abascal como la de nostálgicos falangistas confesos chapoteando en propuestas que harían vomitar a una cabra. Injusto, pero es lo que hay.
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