
El bisturí
Un Gobierno noqueado y abrasado
La mayor parte de los ministros elegidos para el cargo son un cero a la izquierda
Nueve meses después de formarse, el Gobierno está literalmente abrasado. A excepción de los balones de oxígeno que les proporcionan Cándido Conde-Pumpido y sus amigos del Tribunal Constitucional, todo son malas noticias para Pedro Sánchez y sus ministros, que no dan una a derechas, ni a izquierdas, ni al centro. Un día, es Europa la que sonroja al presidente y a sus acompañantes por su bochornosa ley de amnistía. Otro, es el PP el que les acorrala ayudado por su mayoría en el Senado y su hegemonía territorial lograda tras las autonómicas. En más de un caso, la bofetada les ha llegado de sus propios socios y, particularmente, de Junts, que no quiere que se les olvide quién manda realmente en España. En otros, el golpe moral procede del rechazo público de personajes famosos que sienten desafección por el régimen y a los que se ha intentado utilizar en una burda operación de lavado de imagen, como sucedió con la selección española de fútbol. La debilidad del Gobierno socialcomunista viene provocada por elementos externos como los ya citados, pero también por otros endógenos. El propio Sánchez se ha convertido en un personaje que cae mal y la mayor parte de los ministros elegidos para el cargo son un cero a la izquierda que no pasarán precisamente a la historia de la democracia por sus grandes gestas ni por sus políticas imaginativas para mejorar la gestión del país, sino que lo harán más bien por todo lo contrario. En el ranking de la ineptitud algunos se llevan la palma. A la cabeza de la incompetencia hay que situar, obviamente, a Yolanda Díaz, la vicepresidenta con fecha de caducidad de la que Felipe González dijo, con toda la razón, que más que sumar, resta. Tampoco pasarán a la historia por sus alardes intelectuales, su eficacia en la resolución de problemas o su estajanovismo Óscar Puente, Mónica García o Fernando Grande-Marlaska. El primero y la segunda ejemplifican el desastre en el que pueden sumirse los servicios públicos cuando se dejan en manos de socialcomunistas. Del vergonzoso funcionamiento de los transportes, poco cabe decir que no se haya dicho ya. Alguno podría pensar que es una burda maniobra para perjudicar a Madrid por votar en masa a Isabel Díaz Ayuso, pero hay que descartar tal posibilidad. Puente, el ministro vocero, simplemente, no da para más. Con Mónica García, la ministra pancartera, la sanidad pública funciona peor que nunca mientras los seguros privados crecen y crecen sin parar. Los pacientes ya están hartos de tanta lista de espera y buscan donde pueden lo que el Gobierno es incapaz de ofrecerles con sus impuestos. Ese será el legado de su triste mandato. Hay un tercer grupo de ministros que simplemente es irreconocible y de los que se desconoce cualquier acción que haya tenido impacto positivo alguno en la sociedad. Si se bajan de sus coches oficiales y te los encuentras por la calle no sabes ni quiénes son. Se trata, por ejemplo, de Sira Rego, ministra de Juventud e Infancia; Pablo Bustinduy, ministro de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, ahí es nada; o Ernest Urtasun, que habla como si sentara cátedra. Otros ministros invisibles son el de Economía, Carlos Cuerpo, y la de Igualdad, Ana Redondo. Con estos ingredientes sobrevive a duras penas Pedro Sánchez en esta legislatura tormentosa para los españoles.
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