Apuntes

Una gran candidata para el PSOE

Si te consideras de izquierdas y la CEOE te firma la reforma laboral es que eres socialdemócrata

Mientras la socialdemocracia se atuvo a sus señas de identidad, es decir, muy progresistas de cintura para abajo y recios capitalistas de cintura para arriba, la cosa les fue bien. Luego llegó la crisis financiera internacional y los viejos marxistas, que no se habían comido una rosca en treinta años, vieron su oportunidad, que la gente, cuando no llega a final de mes, tiene una irrefrenable tendencia a preocuparse de los aburridos asuntos del comer. Pero la veteranía es un grado y si algo había demostrado Pedro Sánchez era el manejo de los tiempos y el conocimiento íntimo de los mecanismos de la ambición política. De ahí, que su fallo no haya consistido tanto en encelar a los podemitas con la ingeniería social, es decir, las cosas de cintura para abajo, como en no prever hasta qué punto las belarras se iban a tomar el encargo como si fuera una Cruzada. ¿Todas? No. Ahí estaba Yolanda Díaz, tesela de una de esas extrañas combinaciones políticas de los partidos mosaico, al frente del Ministerio de Trabajo y con el encargo estrella de sacar adelante la contrarreforma laboral. A estas alturas, uno no es capaz de discernir cuál es la ideología de «la política más valorada», tal vez, porque la Díaz ha pasado por media docena de partidos, pero créanme si les digo que desprende ese indefinible tufillo socialdemócrata que ha perfumado los últimos 40 años de la vida pública española. La cuestión es que si te consideras de izquierdas, ya sea marxista, neomarxista o mediopensionista, y la CEOE te firma el proyecto de reforma laboral, o se han vuelto locos los empresarios o estás en el equipo de la cintura para arriba. Porque la combinación de una política fiscal confiscatoria, marca propia del PSOE, que machaca a las empresas, y el «quiero y no puedo» de la dichosa ley no podía traer más que el fiasco resultante. Y no es que todos los empresarios sean gentes malvadas, tocadas por la codicia, que dicen las belarras, es que cuando no te dejan más arma para competir en el mercado que tirar de bajos salarios, siempre aparece lo peor de cada casa. Algunos de los datos estadísticos que adornan la magna obra de la Díaz son espeluznantes. Por ejemplo, que en 2022 el porcentaje de trabajadores contratados fijos «que no habían pasado el período de prueba» y fueron despedidos se incrementó un 900 por cien, en línea con la explosión de los «fijos discontinuos» y de la contratación indefinida a tiempo parcial. Sin ocultar que hay trabajadores que firman hasta tres «contratos fijos» al mes. Si esto no es «recio capitalismo», pura ley de hierro de «oferta y demanda», es que somos tan desprevenidos -por otorgar el beneficio de la duda- como la ministra Díaz, que ha conseguidos el más difícil todavía de que cuántos más trabajadores inscritos en la Seguridad Social, menos horas trabajadas. Por supuesto, buena parte de la construcción de la aureola de la Díaz es obra del presidente del Gobierno, que, fino estratega, comprendió que el resultante de la ingeniería podemita se le iba a caer encima en forma de escombros. El problema es que el proceso de sustitución de la marca Unidas Podemos por Sumar ha salido tan redondo –siempre, claro, a expensas de una maniobra de última hora de los de Iglesias, heridos pero no muertos– que en algunos círculos socialistas se especula con la posibilidad de contratar a la Díaz para que se haga cargo del naufragio del PSOE. Además, por ahí anda la Lastra, que es de las que se confunden con el arriba y el abajo. Un peligro.