El canto del cuco

Mañana me voy

Antes de emprender el viaje Víctor Colden se preguntaba: ¿Por qué Soria? Y responde: «Soria es un imán». Pues eso

«Mañana me voy» (Abada, 2023) es el título de un libro de Víctor Colden que acaba de aparecer y que he leído de un tirón. Me ha interesado tanto porque me toca de cerca. Se trata de una caminata del escritor, en seis etapas, por las solitarias Tierras Altas de Soria, la patria de mi infancia, con epicentro en Sarnago. Es, como se sabe, mi territorio vital y literario. Confiesa el autor que llevaba en la mochila mi libro «Historias de la Alcarama», que, en cierto modo, le ha servido de guía e incitación. Colden con el macuto a la espalda recorre por caminos de herradura, pistas forestales, veredas y carreteras solitarias, en jornadas agotadoras, un tramo del Sendero Ibérico Soriano –GR-86– desde Magaña a Yanguas, con parada obligada en San Pedro Manrique para reponer fuerzas. Fuentes, Las Fuesas, El Vallejo, Vea, Taniñe… El viaje, que arranca en la ermita de la Soledad de Carrascosa, sucede en primavera, una de esas primaveras sorianas con nieve en los abrigos del monte, algarazos, «ciercera» y un solecillo tibio en lo bueno del día.

Uno se imagina al escritor bien pertrechado caminando por esas soledades sin encontrarse un alma, salvo acaso, cerca de Villar del Río, a un pastor marroquí. Ya no hay arrieros por los caminos en esta comarca desolada, convertida en un cementerio de pueblos y en el mayor desierto demográfico de Europa. Y, sin embargo, «¡cuánta belleza! –exclama en un momento del recorrido–; es sin duda uno de los parajes más bonitos que haya visto jamás. ¡Cuánta belleza, ultrajada por los aerogeneradores que rematan las cimas! ¡El destrozo paisajístico es de una brutalidad incompresible!». Es lo que está pasando. Así no hay futuro que valga. Están cargándose lo que quedaba: la austera y pura variedad del paisaje: «altos y cresterías –resume Víctor Colden–, eriales, breñas y estepas, laderas aterrazadas, sierra, dehesa, soto fluvial…».

Todo el viaje es un soliloquio. El autor va hablando consigo mismo mientras toma nota de lo que está viendo. El lector le acompaña conmovido escuchando sus confesiones y sus dudas sobre la vida, la libertad, el amor, el silencio, la soledad y su vocación de escritor viajero. Al final, él no tiene más remedio que reconocer que «todo viaje es un viaje interior». En este, que termina con dolor de pies y del alma, explora las dos vertientes: la interior y la exterior. Esa es su gracia. Tiene mérito. Lo hace con una prosa limpia y aseada. Antes de emprender el viaje Víctor Colden se preguntaba: ¿Por qué Soria? Y responde: «Soria es un imán». Pues eso.