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Margarita Delgado, poeta en Cibeles

La independencia del Banco de España es capital para la credibilidad económica española

Allen Tate (1899-1979) poeta, catedrático de poesía en la Biblioteca del Congreso y amigo de Faulkner (1897-1962), escribió que «los poetas son misteriosos, pero un poeta, en definitiva, no es mucho más misterioso que un banquero». Asistió como invitado especial a la toma de posesión de John F. Kennedy (1917-1963), asesinado mañana hará 60 años. Kennedy, el primer político televisivo y telegénico, y su mujer convirtieron la Casa Blanca en el Camelot americano, truncado por el magnicidio de Dallas. Pedro Sánchez, que comparte telegenia con Kennedy y que quizá soñaba con un Camelot monclovita, habla de un «muro», invisible pero alto y real que, el nuevo Gobierno, que es más de lo mismo, podría elevar. El próximo Rubicón de Sánchez será la renovación de los órganos de Gobierno de varias instituciones independientes, como el Banco de España, en donde Pablo Hernández de Cos, el mejor Gobernador, termina mandato en junio.

La independencia del Banco de España es capital para la credibilidad económica española. La subgobernadora, Margarita Delgado, sería una buena sucesora, aunque le perjudica estar en las quinielas y dependerá del o la responsable de la economía, que podría ser Escrivá si Calviño preside el Banco Europeo de Inversiones. La continuidad en el Banco de España no es baladí, pero habrá que esperar. Mientras tanto, Delgado acaba de recibir el premio Tintero de la APIE (Asociación de Periodistas de Información Económica) a la transparencia. Al agradecer la distinción, sorprendió con su faceta poética. Tomó de modelo a Lope de Vega (1562-1635), pero entroncó con el simbolismo de Lorca (1898-1936) en Poeta en Nueva York. Ella es «Poeta en Cibeles», con un soneto –licencias incluidas– que hará historia en los bancos centrales: «Un soneto me manda hacer la APIE/Que en mi vida me he visto en tal escenario adverso/Catorce de inflación dicen que es entrar en el Averno/Burla burlando ya va más de un dos por ciento/Yo pensé que no hallara euros contantes y sonantes/Y ya estoy a mitad del euro digital/Más si me veo con el déficit fiscal/No hay cosas en las reglas fiscales que me espanten/Por las primeras inspecciones voy entrando,/Y parece que no entré con pie derecho/Pues más provisiones aparecen mientras tanto/Y ya estoy en la remuneración de los depósitos, y aún sospecho/Que se van los (márgenes) aplanando/Contad si son recurrentes y está hecho.» Versos festivos, pero con significado interno simbólico, con ese misterio que comparten poetas y banqueros –centrales– como creía Tate.