Cuartel emocional

Colirio en los ojos

Se acabó divagar, Pedro, se acabó

Cuando Sánchez salió a dar explicaciones sobre Cerdán, uno de los cuatro que viajaban en el Peugeot recorriendo España para promocionar la figura de Pedro con chaqueta marrón de ante, todavía sin canas y, eso sí, enseñando ya los dientes para dar sensación de optimismo y juventud y captar adeptos por aquí y por allá, con él iban también Koldo y Ábalos además del propio Cerdán. Las cosas hay que recordarlas para que a nadie se le despisten datos fundamentales y mantener en la memoria quien es quien en toda esta trama mafiosamente descarada. Todos sus secuaces han sido investigados y con más mierda encima que el palo de un gallinero. El jueves, cuando vestido de presidente -ya con azul oscuro dejando en el armario el azul azafata-, salió a pedir perdón por los delitos de su propia banda criminal, llevaba un contouring perfecto para su interpretación: demacrado pero sin ojeras oscuras, bronceado con el pómulo recién marcado y, lo que nunca falta en su toilette, un par de gotas en cada ojo de colirio vasoconstrictor, para que así su aspecto sea limpio y su globo ocular aparezca blanco e impoluto. Tan blanco e impoluto como quiere que su persona aparente, pero, chaval, se te acabó divagar, como bien dejó por escrito Camilo José Cela al publicar su primera novela “La familia de Pascual Duarte”, un revulsivo para la literatura de pandereta que se producía en España en el año 42, y que también sirve de título a un reciente libro de Tomás Cavanna, quien durante tanto tiempo fue director gerente de la fundación en la bellísima Iria Flavia, frente al cementerio donde reposan los huesos del escritor, bajo un olivo frondoso, como era su deseo. Tomás, a quien saqué de Ford España para llevarlo a la aldea que sirve de linde entre La Coruña y Pontevedra, trata de acotar y hasta precisar párrafos del segundo libro de memorias de C.J.C. titulado “Memorias, entendimientos y voluntades”, las tres potencias del alma que volcó siempre en todos y cada uno de sus escritos, un volumen dedicado a mi modesta persona con unas palabras que aun al más impávido le provoca un nudo en la garganta “A Marina, mi peto y mi espaldar”.

Pedro Sánchez tuvo como peto a Ábalos y como espaldar a Cerdán. Koldo, como buen conseguidor, revoloteaba alrededor del trío como una benéfica mosca cojonera para lo que se les pudiera ofrecer a cualquiera de los otros tres, y ahora, como al señorito ya no le conviene su cercanía, la de ninguno, los dimite, pero tanto lo aman que no colaboran con la justicia ofreciendo los datos que lo implicarían a él como número uno, como jefe de la banda, haciendo trampas desde el primer momento por ejemplo para salir elegido secretario general del partido y candidato a la presidencia del Gobierno, y a partir de ahí, todo lo demás. Pero, permíteme que te diga Pedro, se acabó divagar, se acabaron los mantras, se acabó la máquina de fango y los bulos, porque no los hay, porque ya todos sabemos –lo sabíamos desde hace muchos tiempo-, que eres lo peor por mucho colirio que te pongas en los ojos para que aparezcan blancos e impolutos dándote una imagen angelical. Se acabó divagar, Pedro, se acabó.

CODA. A todas estas, su cocinero de cabecera, José Félix Tezanos, saca un nuevo barómetro del CIS colocando a los sociatas como primera fuerza a siete puntos del PP al tiempo que los trenes de Oscar Puente siguen padeciendo incidencias, con la lógica desesperación de los pasajeros que se ven parados en medio de la nada horas y horas. Es lo que tiene el estado terminal del PSOE sanchista.