Al portador

El miedo ante la urna del votante incorrupto socialista

Los sanchistas incondicionales, incluidos algunos ministros, que sin «el capitán» no son nada, recurren a la historia

Peter Handke, austríaco, Pedro Nobel de Literatura (2019), edificó su carrera literaria a partir de la publicación en 1970 de «El miedo del portero al penalti», novela adaptada al cine en 1972 por Win Winders. El autor, por otra parte bien conocedor de España, explica que su personaje, un tal Josef Bloch, exportero y luego mecánico despedido, «se encontraba en un estrado en el que todo le parecía natural». La descripción bien podría aplicarse a Pedro Sánchez e incluso al gran jefe del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), José Félix Tezanos, al que sus estudios demoscópicos le llevan a concluir que la intención de voto del PSOE ha caído siete puntos en las últimas semanas –en pleno apogeo de los casos Cerdán, Ábalos y Koldo–, pero que a pesar de todo sigue por delante del PP. Además, detecta que Vox llega al 18,9% de intención de voto, con un subidón de 5,7 puntos. Todo muy natural para él y también para el inquilino de La Moncloa porque diseña un escenario electora, a pesar de los escándalos, que todavía arrojaría esperanzas para las filas socialistas.

El sanchismo predica estos días turbulentos, en los que «Sánchez lucha por su vida política» (sic) según el «Financial Times», que los votantes socialistas volverán al redil, perdonarán al presidente y se volverán a tapar la nariz ante las urnas. Debe pasar algún tiempo pero, aunque pueda parecer improbable, no es imposible. Los sanchistas incondicionales, incluidos algunos ministros, que sin «el capitán» no son nada, recurren a la historia. Esgrimen que ahí está el precedente de Felipe González y los episodios de corrupción de su época, con el plato fuerte de Luis Roldán, director general de la Guardia Civil que estuvo a punto de ser ministro del Interior. Recuerdan que, a pesar de eso, el electorado no abandonó al PSOE ni al entonces presidente. Piensan que la historia, como tantas veces, puede volver a repetirse, y no les importa que sea como «tragedia» o como «farsa», según escribió Marx (1818-1883), si les resulta ventajosa. Ahí también encaja la política, nada casual, de darle alas a Vox y auge en las encuestas, como acicate último –cuando llegue el momento decisivo– para recuperar o hacer temblar las voluntades de los otrora fieles más dubitativos o decepcionados. Por si acaso en los alrededores del Gobierno ya dicen que más tonto que un obrero de derechas es un dirigente del PSOE que hace el juego la derecha. Todo consiste en aflorar «el pánico ante la urna del votante incorrupto socialista», adaptación del título de la obra de Peter Handke.