El trípode
El ministro de la «democrática historia obligatoria»
Al ministro de la memoria democrática le pone «los pelos de punta» el «desconocimiento histórico de los jóvenes» y para eso está su ministerio, como encargado de refrescarles la memoria, y que por supuesto debe ser democrática, obligatoria y sanchista.
Al ministro de la memoria democrática le pone «los pelos de punta» el «desconocimiento histórico de los jóvenes» y para eso está su ministerio, como encargado de refrescarles la memoria, y que por supuesto debe ser democrática, obligatoria y sanchista, faltaría más. De momento no consta que se planteen también una hibridación de sus cerebros con inteligencia artificial para inoculársela, pero no les demos demasiadas ideas. En cualquier caso, me permito sugerirle algunas lecturas que le ayudarán a que su cabellera se relaje, siquiera sea transitoriamente. Solo es refrescar su memoria y que pueda enseñársela a nuestros jóvenes, si su ley se lo permite.
Le puede ayudar para eso un artículo publicado ayer en el diario Hispanidad, decano de la prensa digital, escrito por Javier Paredes, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alcalá, que por oficio conoce «un poco» la historia, pero sin someterse a la censura previa del sanchismo. Recoge episodios protagonizados por los socialistas, comunistas y anarquistas durante la Segunda República y en el bando «rojo» de la guerra civil. Ejemplo de ello es lo que dijo el secretario general del PCE, José Díaz, en Valencia el 15 de marzo de 1937: «En las provincias en las que dominamos, la Iglesia ya no existe: España ha sobrepasado con mucho la obra de los soviets, porque la Iglesia en España está hoy aniquilada».
Es historia de aquel tiempo que no sé si al señor ministro de la memoria le parecerá democrática o no. Quizás pueda serlo este otro testimonio de una reportera de l’Oeuvre de finales de 1936 con el entonces presidente de la Generalitat Lluís Companys. Preguntado acerca de si podría restaurarse el culto, contestó: «Oh, este problema no se plantea siquiera, porque todas las iglesias han sido destruidas». No consta que hubiera sido por un terremoto selectivo ni nada parecido, sino por la persecución religiosa de ese tridente diabólico del Frente Popular y la CNT de la mano de la masonería. Asimismo unos 400 testimonios gráficos de esa barbarie los puede ver muy bien el señor ministro en la publicación de Jorge López Teulón –postulador de la causa de beatificación de 900 mártires de la persecución religiosa– cuyo título también ignoro si será suficientemente democrático: «Inspirados por Satanás». (Aunque no parece que a este ser le preocupe demasiado la democracia de sus malignas acciones). Podríamos seguir, pero esperemos haya más ocasiones entre las que no faltará el filme grabado por la CNT sobre sus acciones durante la guerra que exime de más comentarios al respecto. ¿Enseña el Ministerio esa democrática Historia a los jóvenes?
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