Parresía

Ojo por ojo

Más que claro ha quedado que el hedor que emana de la corrupción no es una línea roja para los socios de Pedro Sánchez

¿Imagináis 3 años sin presupuestos? Gobernar así un país no se sustenta... Y ahí sigue Pedro Sánchez. Para él, su finalidad –permanecer en La Moncloa– justifica los medios, aunque verbalice lo contrario. Exactamente igual funcionan sus socios. Si exceptuamos a Coalición Canaria, esta semana todos han demostrado que ellos, a lo suyo. Apreciarán sobrados indicios de corrupción en el PSOE, pero les dará igual. Sin ir más lejos, los de Rufián verán el lunes cómo se empieza a dar vía libre a Cataluña para que empiece a recaudar todos los impuestos generados en su territorio. ERC no dejará caer a Sánchez, aunque verbalice lo contrario.

Esta legislatura está finiquitada –lo dice textualmente Podemos, aunque tampoco abandone a Sánchez– y el PSOE reza para que la UCO no le haga el daño que rompa definitivamente la baraja. A falta de los informes que quedan por conocerse, el presidente sigue en el alambre, resiliente, apoyado por todos esos partidos que odian España y sacan cada uno su tajada, a cambio de ponerse de perfil.

El caso Koldo tiene ya demasiadas ramificaciones. En las redacciones de informativos, por mucho croquis previo que nos hayamos trabajado, nos lleva nuestro tiempo acabar de montar el puzle para añadir personajes y empresas (esta semana, por ejemplo, hay un expresidente de la Audiencia Nacional, Navarro, que se ha dedicado a pasar informaciones de sentencias delicadas a Sánchez, vía Ábalos).

Si a nosotros, los periodistas, nos cuesta ordenar semejante maraña, no quiero ni pensar en nuestros espectadores. Encienden la tele y el Parlamento da vergüenza. No existe ya el debate constructivo. El escándalo se hace rutina, los insultos y el circo han dejado de sorprender. No me extraña que muchos apaguen la tele y vuelvan a sus cosas.

Más que claro ha quedado que el hedor que emana de la corrupción no es una línea roja para los socios de Pedro Sánchez. En cambio, les ha faltado tiempo a todos para salir a criticar el contraataque de Feijóo al presidente del Gobierno, a cuenta de las saunas de su suegro. Feijóo ha decidido, simplemente, hacer lo mismo que Sánchez lleva años haciéndole a él y a Ayuso, cada vez que tiene la ocasión. Ojo por ojo, diente por diente. El líder del PP ha dicho basta y, aunque la que os escribe desearía que no tuviera que llegarse a este punto, cree que esa reacción le humaniza. Además, por una vez no le llamarán «blando».

A ver cómo resuelve Feijóo, por cierto, el problema de su partido en la Comunidad Valenciana. Con un Carlos Mazón políticamente desahuciado y un Francisco Camps que se avecina para limpiar su imagen, sin pensar en el daño que hace al PP. O quizá sí lo ha pensado.