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El buen salvaje

La ONU

Los países donde mueren más niños son Níger, Somalia y Nigeria, pero ninguno de ellos merece un reproche por parte de los energúmenos de la ONU y sus altavoces mundiales que suelen pasearse por la alfombra roja, y no de sangre

Es cierto que lo que sucede en Gaza no debería estar pasando, así, antes nuestros ojos, sin tregua al horror, pero no es menos verdad que hay otros lugares en el mundo en los que se desparrama el dolor sin que encuentren un susurro de consuelo. La ONU, esa reunión de inútiles golpes de pecho, ordeña hipocresía cada mañana y la reparte por los continentes para que sepamos a quienes tenemos que compadecer. Digamos, para desgracia humana, que la solidaridad es una pasarela que cambia de moda según la temporada y los solidarios se otorgan medallas si cumplen con las reglas y el protocolo victimista. Nos vienen a decir que hay que ser muy mala persona para defender a Israel cuando se han visto a niños desnutridos al borde de la muerte.

Los países donde mueren más niños son Níger, Somalia y Nigeria, pero ninguno de ellos merece un reproche por parte de los energúmenos de la ONU y sus altavoces mundiales que suelen pasearse por la alfombra roja, y no de sangre. Digo: hay que ser muy mala persona para conocer los datos de fallecimientos de bebés y anularlos como si fueran angelitos de segunda en una actitud racista sobrecogedora. Al cabo, son africanos. Negros. «Negritos» con comillas. Los datos globales no restan gravedad a los muertos de Gaza, pero los pone en contexto, que es lo que tanto ansían los manifestantes propalestinos, «poner en contexto». Venga, háganlo. Hablemos de todas las guerras y de todos los muertos. ¿Quiénes son los funcionarios de la ONU que engordan mientras flaquean los haitianos, las mujeres afganas, los adolescentes ucranianos? ¿Quién se detiene hoy en Siria, una tiranía donde tomó el poder un grupo terrorista? Los Estados descargan su mala conciencia con gestos estériles. Macron montado en un corcel blanco mientras los suburbios de París se incendian de odio. Concluyo que para ascender en la ONU hay que ser muy mala persona. Las que dicen a borregos bienintencionados a quién hay que abuchear.