Apuntes

Lo del partido único empieza a tener su gracia

Con un gobierno eterno del PSOE, España alcanzaría la felicidad

Lo que no consiguió esa cumbre del pensamiento político contemporáneo que es Adriana Lastra, una de las intelectuales socialistas que dejarán huella en las futuras generaciones, lo ha hecho el ministro de la Seguridad Social, José Luis Escrivá, a quien Dios guarde muchos y fructíferos años. Y es que empiezo a convencerme de que la oposición es un engorro, siempre dando la tabarra, a la contra de todo y sin otro propósito que servir a los poderosos. Porque lo último de Núñez Feijóo es de juzgado de guardia. ¿Pues no dice el facha ese que hay que fijarse en lo que sucede en Francia con las pensiones y abrir un debate en profundidad sobre la sostenibilidad del sistema? Es evidente que la respuesta del ministro Escrivá –ese genio que se está montando una Hacienda paralela para que los ricos y las empresas cubran el déficit de las jubilaciones y pelillos a la mar con lo de la doble imposición y las pegas de la AIReF–, no ha podido ser más adecuada. Feijóo, como dice el ministro, no sólo es un cara al servicio de las fuerzas oscuras y de los fabricantes de puros, sino, también, «un frívolo, insolvente, irresponsable y antipatriota». No. Lo que hay que hacer es entregar el poder sin restricciones a quienes de verdad saben cómo hay que hacer las cosas, que no son otros, por supuesto, que los socialistas. Así, nuestro Pericles vería resuelto el dilema que planteó Jean Claude Juncker en plena crisis pandémica cuando afirmó que «todos sabemos lo que hay que hacer, pero, luego, no sabemos cómo ganar las elecciones». En realidad, con un régimen del partido único del PSOE –no confundir con el socialismo– todo serían ventajas. Bajo su sabia, desprendida y esforzada dirección la sociedad española viviría de cine. Al fin y al cabo, todo lo bueno que ha ocurrido en España ha sido obra del PSOE. Todo el progreso, el bienestar y la felicidad de los españoles lleva la marca indeleble de esos luchadores esforzados contra la maldad y el envilecimiento de la derecha. Antes del PSOE, todo fue oscuridad, deambular por los páramos. Estoy con Pedro Sánchez, de hecho, me he convertido en un fan, cuando señala al PP el único camino. «Votad lo que yo digo o marchad al infierno de los malvados». Se argüirán menudeces sobre el modelo democrático y el mandato constitucional. Zarandajas de viejos caducos, como ese Tamames que pedía no sé qué de respetar la historia. Además, en nuestra vía hacia el partido único del PSOE, ya hemos recorrido la mitad del camino. Ahí están los nuevos jueces del Tribunal Constitucional, a los que no se les mueve un músculo de la cara cuando proclaman que «el derecho a la vida no es absoluto», con lo que, de paso, solucionamos varios problemas menores como la inseguridad, con la pena de muerte, o las pensiones, con una, podría valer, «propuesta benéfica de acortamiento terapéutico de la vida». Con mucho menos, se declara la ilegalidad del PP. Además, a Núñez Feijóo se la hace un favor. Porque el marrón que deja este Gobierno, por culpa, claro, de la oposición, va a ser de aúpa. Vamos, que lo de Rajoy tirando de Montoro para cubrir agujeros se queda en disputa de jardín de infancia. Y ya me dirán ustedes de dónde iba a salir la pasta. Porque otra vuelta de impuestos, como la de Escrivá, no hay guapo que la aguante. Insisto. Lo del partido único empieza a tener su atractivo. Eso sí, siempre que mande el PSOE, no vayan a tomarnos por fachas o por técnicos de la AIReF.