Al portador

Sánchez va a por los árbitros

«El Gobierno parece tener urgencia en controlar la Sala Segunda del Supremo y baraja una ley con nombre y apellidos»

Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, autores de «Cómo mueren las democracias», afirman que «para atrincherarse en el poder, los Gobiernos deben hacer algo más; deben cambiar también las reglas de juego». Donald Trump ha empezado a hacerlo desde el minuto uno de su segunda presidencia. No es el único. Tampoco ha sido el primero, ni será el último. Un fantasma recorre el mundo, el fantasma iliberal –antesala de la autocracia–, que llega con igual fuerza –no hay que olvidarlo– desde la izquierda y desde la derecha. Levitsky y Ziblatt advierten de las intenciones de algunos gobernantes de «capturar árbitros» y «marginar a jugadores». «Entre los primeros –apostilla Martin Wolf en el Financial Times– se incluirían más cambios en el poder judicial en todos los ámbitos. Entre los segundos, ataques contra organizaciones independientes, empresas, medios y periodistas». Pedro Sánchez, que presume en el Foro de Davos –el negocio de Klaus Schwab– de la economía española, parece decidido a controlar a los árbitros y a los jugadores. La llamada «ley Begoña» y el relevo en la cúpula de Telefónica, al margen de que Murtra tiene todo para ser un buen presidente, son los penúltimos ejemplos. El último está todavía en fase de cocción. El Gobierno ultima una reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que, en principio, incluía una reforma del artículo 342 que vetaba de forma expresa a una persona determinada. Impedía que Andrés Martínez Arrieta fuera elegido presidente de la Sala Segunda del Supremo, que ahora preside en funciones y de la que dependen las investigaciones penales de los aforados. El truco consistía en que «no podrán ser nombrados aquellos Magistrados que, por el tiempo que les falta para la jubilación, no puedan cumplir el mandato de cinco años» y el único que está en esa situación es Martínez Arrieta que, por cierto, miembro de la asociación Francisco de Vitoria, parece el más equidistante entre los llamados conservadores y progresistas. El Gobierno, todo indica que obsesionado con controlar la Sala Segunda, de momento, no ha incluido la reforma del artículo 342 en su proyecto, pero es muy probable que lo haga en el periodo de enmiendas. Sería, una ley muy iliberal con nombre y apellidos, la captura de otro árbitro, según Levitsky y Ziblatt.