Sin Perdón

Con Sánchez, Galicia volará al servicio de Puigdemont

«Los gallegos tendrán que elegir entre un gobierno serio, eficaz e independiente y un cambio que se reduce, en realidad, a ser un peón del sanchismo»

Hay que reconocer que Sánchez tiene razón. No lo voy a negar. Ha aprovechado un mitin para asegurar que «si hay un socialista en la Moncloa y el 18 de febrero, uno en Galicia; Galicia no rueda, Galicia vuela», aunque se le olvidó aclarar que lo hará al servicio de Puigdemont. Al margen del chusco juego de palabras con el apellido del actual presidente de la Xunta, es bueno aclarar que el gobierno gallego estaría presidido por la candidata del BNG, porque el socialismo reduce sus expectativas a que sus votos estén al servicio de los nacionalistas. Es una pauta que se reproduce en otros territorios e incluso en el gobierno de España que se ha convertido, como estamos viendo con la amnistía o las escuchas a Aragonès, en una marioneta que gestiona los asuntos ordinarios y que está sometido a Junts, ERC y Bildu. Por si Sánchez se olvida, tiene a Miriam Nogueras, la enviada de Puigdemont, que se lo recuerda en cualquier oportunidad. Lo hace con la forma ostentosa con que los nuevos ricos muestran su fortuna. No basta con tener dinero, sino que hay que ser un hortera.

Los gallegos tendrán que elegir entre un gobierno serio, eficaz e independiente y un cambio que se reduce, en realidad, a ser un peón del sanchismo. En estos momentos, Sánchez cuenta con el apoyo de Navarra y Asturias, ya que Castilla La Mancha mantiene su dignidad gracias a Page, mientras que Cataluña y País Vasco son las que mandan. Son los territorios privilegiados y mucho más que lo serán en el futuro. Es la España que cobra frente a la España que paga. Es algo que tienen muy claro los independentistas mientras Sánchez intenta doblegar a los empresarios y los dirigentes de las empresas cotizadas esgrimiendo el BOE, así como ampliando su enorme poder en los medios de comunicación. Afortunadamente, el desarrollo del Estado de las Autonomías y la financiación autonómica impiden que el gobierno socialista comunista pueda doblegar la voluntad de las comunidades y los municipios. Es verdad que puede poner palos en las ruedas, como intenta con Madrid, pero su éxito es y será más bien escaso. Esa irritación contras las autonomías desafectas y los empresarios díscolos explica las propuestas de la comunista Yolanda Díaz. Lejos queda la etapa simpática del yolandismo, que se juega su futuro en Galicia, y ahora muestra su cara más agria e inquietante.

Una de las leyes inmutables del pensamiento sanchista es que lo único importante es lo que convenga a Sánchez. No hay que ser un fino analista para llegar a la conclusión de que el bien a preservar es su continuidad en La Moncloa. Por ello, arrebatar Galicia al PP sería un gran éxito, aunque el PSOE coseche un nuevo fracaso en las urnas. Es gracioso escuchar a Sánchez calificar al PP de «desnortado y faltón». Lo dice el presidente más veleta de la historia de España. Desde el siglo XIX no he encontrado un caso igual. No me resisto a utilizar la famosa frase que se atribuye a Groucho, el Marx bueno: «estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros». No está en ninguna de sus películas, pero no hay duda de que hubiera podido perfectamente utilizarla para ridiculizar a los políticos que se mueven solo por interés. Por tanto, le corresponde el premio al más desnortado, salvo que asumamos que no importan los valores, la ética y la ideología. Es decir, que aceptemos la consagración de la mentira como una forma respetable de hacer política.

En lo que hace referencia a faltón, sería bueno que repasara la hemeroteca. Ahí tenemos los ataques a los jueces, los insultos contra Feijóo y sus colaboradores o las descalificaciones de la izquierda mediática. Nada que nos tenga que sorprender, porque ha sido algo habitual en este socialismo guerracivilista. No hay más que leer lo que decían Largo Caballero y sus seguidores durante la Segunda República. Por supuesto, no incluyo a Besteiro que era un intelectual y un caballero. La Historia nos demuestra que siempre han existido personas como Page dispuestas a defender el auténtico socialismo.

La templanza del sanchismo es un arcano, porque anda siempre a la bronca y es incapaz de alcanzar ningún pacto de Estado. Es cierto que resulta difícil teniendo a su lado a unos socios tan poco centrados como los comunistas, los independentistas, los antisistema y los antiguos dirigentes del aparato político y militar de ETA. Más allá de la basurilla ideológica de apelar al miedo a la ultraderecha y la derecha extrema, que muestra la escasa capacidad intelectual y formación de sus escribidores, la realidad es que tenemos el gobierno más radical de Europa. Una vez más, no hay parangón y nos tendríamos que remontar al periodo de los frentes populares promovidos por la URSS en el período de entreguerras, aunque creo que los superamos.

Finalmente, tenemos a Sánchez el milagrero, que son las personas que fingen milagros, aunque dijo que «ni falsos milagros ni mensajes apocalípticos, España va en la buena dirección». Con impostada modestia aclaró que «no hacemos milagros, pero sí gestionamos mejor la economía que la derecha, porque la ponemos al servicio de la gente y de la mayoría social». No necesita una abuela que glose su grandeza. Hay que aclarar que la herencia que recibió Rajoy fueron unas tasas de paro, endeudamiento y déficit insoportables que nos conducían a la intervención. Se aplicaban unas reglas de gasto, mientras que ahora cuenta con una autorización ilimitada para el despilfarro y el endeudamiento. El «milagro» del sanchismo se llama UE.

Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE)