El trípode
Sánchez: «Limpio, autónomo y libre»
Visto el debate queda claro que Sánchez con quien debe debatir es con Abascal.
Tras el «cara a cara», el juicio está ya visto para sentencia del Jurado, constituido por todos los españoles con derecho a votar el próximo 23J. De hecho ya podría darse por concluida la campaña que legalmente acaba de comenzar, pero que se hace interminable, unida a la previa del 28 M. «Nada nuevo bajo la luz de los focos» del plató televisivo, con un Sánchez fiel retrato de sí mismo y que no necesita de palmeros porque se aplaude él solito: «Limpio, autónomo y libre», emulando al «Una, grande y libre» de la España de Franco, o el «limpia, fija y da esplendor» de la RAE, utilizado cual un producto de limpieza. Así se definió reiteradamente el presidente que parecía el aspirante frente a un Feijóo sereno y educado.
Visto el debate queda claro que Sánchez con quien debe debatir es con Abascal porque fue el ausente más presente en su boca, solo comparable, en referencias, al extremeño «dando la vara» continuamente con su nombre cada vez que Feijóo le invitaba a comprometerse a dejar gobernar –sin necesidad de pactos– a quien ganara las elecciones. Bildu, ETA y ERC estuvieron también muy presentes y vaya que lo sabían. De hecho, en un mitin conjunto de Otegi, Junqueras y Rufián, en Durango el mismo lunes del debate, ya se referían a él dándole la razón a Feijóo y a lo que sabe todo el mundo: «quizás haya dos señores, Sánchez y Feijóo, que se crean que la gobernabilidad, lo que vaya a pasar en el Estado español, se va a dirimir en un plató de Atresmedia», dijo Rufián. Y por si alguno tenía dudas remachó: «Pero es que quizás lo que vaya a pasar lo van a decidir ERC y Bildu». No se quedaron atrás Otegi y Junqueras jactándose de que «el PSOE no hace, se le obliga a hacer» y de «haber conseguido sentar a una mesa por primera vez, a un gobierno español que ha reconocido un conflicto político entre la sociedad catalana y el Estado». Erc y EH Bildu, aliados prioritarios del sanchismo, son conscientes de su fuerza y enseñan el precio a pagar por sus votos. El problema es que quien lo paga no es el beneficiario, sino España. La contradicción existencial de que en «la dirección del Estado» estén precisamente quienes quieren romperlo para irse de él, no puede continuar por más tiempo. Y el PSOE debe cerrar una etapa que la Historia juzgará y no con benevolencia ciertamente. El sanchismo es la versión actual del largocaballerismo republicano, que la «democrática memoria de la ley de Bildu» aplaude con entusiasmo.
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