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Biblioteca Harley-Davidson

La sátira

Es curioso que, cuando yo era joven, el humor popular, callejero, era de izquierdas y ahora, en las últimas décadas, está virando hacia lo conservador

Coincido con los detractores de Trump en considerar que gran parte de los que le han votado lo han hecho por miedo. Ahora bien, creo que se equivocan al pensar que quienes votan por miedo son simples cobardicas. Error. Son gentes ni más ni menos valientes que usted y que yo, asustadas ante el futuro, y por eso votan así. Para entender esos fenómenos contradictorios, ayuda mucho mantener siempre engrasado el sentido del humor.

Es curioso que, cuando yo era joven, el humor popular, callejero, era de izquierdas y ahora, en las últimas décadas, está virando hacia lo conservador. A nivel popular, las dos mejores sátiras sobre políticos que he escuchado últimamente han sido llamar a Ione Belarra «la niña de la curva» y señalar alguien que Begoña Gómez podía pasar perfectamente por bajista de Iron Maiden. Ambas caricaturas tienen una clara intención política pero, breves y certeras, me hicieron reír. Belarra seguramente tendrá grandes capacidades políticas, pero es cierto que su expresividad emocional es prácticamente nula. Cuando expone algo, su mirada es tan gélida y poco empática que parece que sus enunciados provinieran del más allá. Caricaturizarla con esa añeja leyenda urbana es un golpe de ingenio. Por su parte, la esposa del presidente tiene indudablemente un tipo de curvas superior estéticamente a cualquier bajista de heavy, pero es cierto que ha resucitado un peinado muy parecido al que era frecuente encontrar entre los músicos de rock con mallas de hace varias décadas. Eso, unido a su robustez de talla, evocan antiguas reminiscencias de melenudos con muñequeras.

La sátira genial que busca incongruencias era antes propia de la izquierda, quizá porque el poder estaba en otras manos y el blanco favorito de la sátira siempre ha sido el poder. Ahora toca reírse del dogma izquierdista. Pero solo el humor podrá explicar por qué las gentes votan a caricaturas de sí mismos.