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El Senado y otro artículo que no va a gustar a casi nadie

Ningún sistema es perfecto, pero en España, la fragmentación parlamentaria –y no gusta escucharlo– es el fruto de 45 años de proporcionalidad, por encima de la pluralidad y la diversidad

Arend Lijphar es un politólogo neerlandés-estadounidense especializado en sistemas electorales. Padre del «consociativismo», la forma en la que las sociedades segmentadas logran mantener la democracia, explicó que «la elección del sistema electoral está entre las más importantes –puede decirse que la más importante– de todas las opciones constitucionales que tienen que hacer las democracias». España, en los albores de la democracia, optó para elegir al Congreso por un sistema electoral proporcional, de circunscripción provincial, corregido por la ley alumbrada en 1878 por un oscuro belga, Víctor D’Hont (1841-1901). Para el Senado, sin embargo, se prefirió un sistema mayoritario de circunscripción plurinominal. El mapa político actual, con su fragmentación, es consecuencia directa del sistema electoral que se utiliza en el Congreso, más allá de la pluralidad política y territorial del país. Quizá no guste, pero es así. Desde 1977 ha habido 15 citas electorales. Hasta 2015, PSOE y PP obtenían mayorías holgadas, pero a veces necesitaban el apoyo de algún grupo nacionalista para llegar a la mayoría absoluta. De forma paralera, de las mismas urnas salían, salvo mínimas excepciones, confortables mayorías absolutas en el Senado, en donde minoritarios y nacionalistas también tenían presencia, pero no decisoria. El 23-J confirma la regla. El partido ganador, el PP, ha conseguido una cómoda mayoría absoluta en el Senado, con el PSOE en segunda posición y el resto de partidos con representación testimonial. Es cierto que la adjudicación de escaños en el Senado no es equilibrada. Todas las provincias, al margen de su población, eligen cuatro senadores, número corregido en las zonas insulares y en Ceuta y Melilla. Un senador en Madrid o Barcelona puede costar un millón de votos y 30.000 en Soria. No obstante, si el Congreso se eligiera con el sistema del Senado, pero con los escaños de la Cámara Baja, 37 diputados en Madrid, 32 en Barcelona y 3 en Soria, etc, también habría mayoría absoluta del partido ganador fuera el que fuera. Nacionalistas, Vox y Sumar tendrían representación, pero no decisiva. Este sistema electoral se utiliza en los países anglosajones, en Francia y, corregido, en Alemania. Italia también lo usó alguna vez. Ningún sistema es perfecto, pero en España, la fragmentación parlamentaria –y no gusta escucharlo– es el fruto de 45 años de proporcionalidad, por encima de la pluralidad y la diversidad, lo que confirma que la elección del sistema electoral es la más importante en una democracia, como percibió Lijphar.