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Lo que pasa en España respecto a sus lenguas, regiones históricas e identidad no se puede denominar chovinismo ni patrioterismo, porque hacerlo sería facha

Nicolás Chauvin fue un soldado francés de las guerras napoleónicas, tan fanático que nunca aceptó que Napoleón abdicara. Y eso que él quedó desgualdrajado en aquella lucha condenada al fracaso. Su nombre dio lugar al concepto «chovinismo, o chauvinismo» que para Hannah Arendt era un subproducto de la idea de nación «como misión» de orgullo nacionalista que se cree capaz de «iluminar» a otros pueblos. Siempre se habla del chovinismo francés, y nunca del español, que existe vivo y zapateando. Tan potente que nos conmociona. Pero en España, al contrario que en Francia, este llamado «patrioterismo» posee una naturaleza enmascarada, mutante, que ha impregnado nuestra historia y se está revelando con una pujanza inusitada. Se desarrolla bajo la idea –extravagante por ajena a la realidad– de que somos «tan especiales» que rozamos una superioridad sin parangón en el mundo. Ello nos lleva a creer firme y paletamente que nadie más que nosotros posee «hechos diferenciales». Que solo nosotros somos «diversos», con diferentes lenguas, nacionalidades dentro del Estado-nación, etc. Pero: ¿alguien ha contado cuántos dialectos y lenguas distintas se hablan en Francia? Nada menos que 75 lenguas «regionales»: occitano, bretón, vasco, corso, alsaciano…, por no hablar de ultramar (tahitiano, melanesio…), y los muy variados acentos que posee nuestro vecino. De diversidad no podemos darle lecciones. ¿Y Alemania, qué? Al menos 16 lenguajes: bávaro, alto sajón, luxemburgués…, repartidos por las 10 regiones históricas del Estado-nación, que es bastante joven. ¿E Italia? Pues se cuentan más de 30 lenguas, desde el sardo al siciliano, habladas en las 20 regiones históricas del país… Etc. Sin embargo es España quien «reclama» resuelta y alcornocalmente en la UE que nuestras lenguas sean oficialmente reconocidas en Europa. Los demás no tienen «diversidad plurinacional», claro. Esto –lo que pasa en España respecto a sus lenguas, regiones históricas e identidad–, no se puede denominar chovinismo ni patrioterismo, porque hacerlo sería facha. No, «no puede ser» algo cateto: ¡es la hipotenusa de la modernidad plurinacional! (Aunque la idea de plurinacionalidad en realidad ya haya hecho estragos en Latinoamérica…, aquí los puede superar).