
Mirando la calle
La terapéutica amabilidad
«Los grandes logros de mi vida siempre han tenido que ver con caminar con una sonrisa»
En la era de la búsqueda de la perfección física, donde se lucha desesperadamente por minimizar los efectos del paso del tiempo y mejorar la apariencia con interminables horas de gimnasio, elevadísimos presupuestos en tratamientos estéticos y quirúrgicos, y toda suerte de trucos de maquillaje y peluquería, resulta que el mejor método para estar más sanos y rejuvenecidos es el que menos trabajo debería costarnos: la amabilidad. Cuenta el prestigioso cirujano reconvertido en investigador del potencial humano, Mario Alonso Puig que: «la amabilidad es un valor fundamental para una vida más saludable próspera y feliz»; además añade que «libera oxitocina, una hormona que protege el corazón, el sistema cardiovascular y mejora el sistema inmune». Por si esto fuera poco, muchos expertos coinciden en que ser amable puede reducir el dolor físico y mental al liberar péptidos opioides endógenos, que son sustancias que actúan como analgésicos naturales. El especialista en bioquímica, David R Hamilton demuestra las propiedades de la amabilidad y sus efectos en el sistema nervioso de nuestro cuerpo y revela la fórmula para vivir plenamente cada momento en su libro Los cinco beneficios de ser amable. Hamilton, doctor en química orgánica, abandonó su trabajo en la industria farmacéutica después de varios años de dedicarse al desarrollo de medicamentos contra enfermedades cardiovasculares y cáncer para, inspirado en el efecto placebo, divulgar sus conocimientos sobre cómo las personas pueden fortalecer sus emociones y pensamientos para mejorar su salud. Desde entonces trabaja apasionadamente para construir un mundo más amable, al estar convencido de que la amabilidad es el antídoto definitivo para combatir los males del siglo XXI: la ansiedad, el estrés, la fatiga crónica y la depresión. Ya escribí en esta misma columna que Onassis solía decir que, si los ingleses habían conquistado el mundo gracias a tres palabras, (por favor (please), perdón y gracias), él se había hecho rico gracias a ellas. Y yo, que no soy rica, pero sí bastante feliz, tengo que añadir que los grandes logros de mi vida siempre han tenido que ver con caminar con una sonrisa dibujada en el rostro, saludar y despedirme, reconocer mis errores y disculparme por ellos y evitar ser desagradable en nombre de la verdad…
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