Cargando...

Mirando la calle

Títulos inventados

«Fermín Bocos, al frente del aparato de noticias de Telemadrid, me dijo que no podía contratarme porque me faltaba una asignatura»

Allá por el año 1989, después de cuatro años cursados de la carrera de Periodismo –que entonces era de cinco años–, de colaborar en el Magisterio español y en una revista de golf, de mi paso durante unos cuantos meses por la redacción de la revista Tiempo, en prácticas (donde publiqué dos portadas: «La publicidad encubierta en TV» y «Las novias del Príncipe»), y unos cuantos meses después de mi regreso a Madrid, tras haber trabajado en Londres, en Canal 10, y de haber sido redactora, guionista y presentadora en el regional de Castilla-La Mancha de TVE (aún sin centro propio y con instalaciones en el Paseo de La Habana), me presenté a las pruebas para informativos de Telemadrid, que aún no había comenzado sus emisiones.

Fermín Bocos, al frente del aparato de noticias de la cadena, me dijo que no podía contratarme porque me faltaba una asignatura para acabar la carrera. Le expliqué que no había podido presentarme al examen por mis trabajos en Londres y Madrid, pero que estaba apuntada para la siguiente convocatoria. Fue inflexible: aunque tuviera mucha más experiencia profesional que tantos de los periodistas que iban a comenzar en aquel canal, era una tele pública y se exigía el título para acceder a sus servicios informativos.

Por suerte, me presenté a continuidad, entré en Telemadrid, y desde allí fui la primera en hacer las entrevistas en Wimbledon y más tarde en presentar el primer programa de la cadena, El ruedo, junto a González Ferrari, ya con mis estudios terminados. Recuerdo que lo primero que hice tras recoger mi última papeleta (aún las conservo todas), fue pedir el correspondiente justificante y exhibir entre mis calificaciones esas cinco matrículas, que me enorgullecen aún hoy, en el certificado imprescindible entonces para trabajar en una tele pública. Hice toda la carrera de Periodismo trabajando. El primer curso, por la noche; dos años en uno, tras un accidente y… Todo me costó un enorme esfuerzo. Por eso no perdono que se inventen los títulos. Conozco gente cultísima y brillantísima sin carrera universitaria. Pero, oigan, no nos priven a los que la tenemos de nuestro esfuerzo intelectual… Y menos si pretenden ser nuestros «ejemplares» representantes públicos.