El desafío independentista

Educación para la convivencia en España

La Razón
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Nadie podía imaginarse que pasados casi cuarenta años de la aprobación de la Constitución (1978) y del Estatuto de Autonomía de Cataluña (1979) pudiésemos encontrarnos en la actual situación. ¿Podía alguien sospechar que alcanzadas las máximas cuotas de autogobierno, que hacía de Cataluña la región más descentralizada de Europa, sus actuales dirigentes fuesen capaces de desafiar a la legalidad española que ellos mismos prometieron defender cuando tomaron posesión de sus cargos como representantes del Estado en su comunidad, llevándonos a un escenario de abierta confrontación? No lo creo. ¿Por qué desde hace años se ha ido desprestigiando la enseñanza de las humanidades, tanto en los colegios como en las universidades, en favor de las asignaturas supuestamente más útiles de ciencias y, sobre todo, ahora, las nuevas tecnologías? Como saber la historia de tu país, el arte de tu país, el pensamiento, el cine o la música de tu país no valían para nada, fueron desapareciendo generación tras generación y muchos estudiantes ya no sabían a ciencia cierta en qué nación vivían. Pensaban que la construcción política de la España moderna, nuestro progreso y equiparación con las democracias más avanzadas, había sido por arte de magia.

Por el contrario, las fuerzas nacionalistas locales fueron implantando todo un ideario nacional, no sólo al margen del común, sino, y sobre todo, en contra del resto de sus conciudadanos. Esa enseñanza sectaria ha emponzoñado las cabezas de muchas generaciones de jóvenes durante décadas, incluso hasta hoy mismo. Se produjo un abandono absoluto, de manera que ni en la educación básica ni en la superior se enseñó lo que significaba la Constitución, lo que costó traerla a España después de una cruenta guerra civil y cuarenta años de dictadura. Las libertades que la Constitución del 78 trajeron han permitido que estos insurgentes pueden difundir sus mentiras. La Constitución propició la enseñanza de las propias lenguas y la recuperación de su cultura, así como la restauración de los órganos de representación de las comunidades autónomas. ¿Por qué no se ha educado a los españoles en el conocimiento de sí mismos? Creo que esta es la gran pregunta que deberíamos responder. Quizás se pensó que todo estaba superado con el ada democrática y sin embargo pocas cosas se deben cuidar tanto como algo tan débil y tan esencial como la democracia misma. A la democracia hay que cuidarla, alimentarla, protegerla, desarrollarla y enseñarla. Como no se hizo, no me extraña que hoy los más jóvenes, que no saben nada de esto, comparen la Constitución del 78 con el régimen franquista. Todo aquello que no se conoce es imposible que se ame y esto es lo que se está produciendo. Las nuevas generaciones no son culpables de nada, porque ellos han actuado según las indicaciones de sus profesores y de los mandarines nacionalistas.

La democracia tendría que haber cuidado la enseñanza de la convivencia, del Estado de Derecho, de la igualdad y el respeto entre todos los ciudadanos, sean de donde fueran. Los jóvenes no son culpables de no conocer a Machado, Unamuno, Max Aub, María Zambrano, Miguel Hernández y tantos y tantos intelectuales y artistas que lucharon por conseguir la España en la que hoy vivimos. Si nadie les explicó quiénes eran y si nadie les indicó que los leyeran, no es raro que borren sus nombres de las calles y los acusen de franquistas. Lo que no se ha enseñado durante cuatro décadas hoy es imposible de reponerlo en pocas horas, máxime cuando los medios de comunicación afines a la causa nacionalista tienen una desvergüenza indigna de los profesionales de periodismo ha añadido cizaña por doquier. ¿Romper un país de más de cinco siglos? No sé si físicamente es posible; desde luego, espiritualmente, no. Un vecino necesita del otro, convive con el otro y ese vínculo es indestructible, a pesar de que muchos lo intenten. ¡Dialogar! No queda más remedio. Sentarse de nuevo a hablar como hace cuarenta años y entre todos ponernos de acuerdo en el país que queremos seguir construyendo. Estoy seguro que a pesar de todo sobreviviremos a las trampas que nos tienden quienes sólo buscan la destrucción de su país.