Historia

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La «crónica mayor» de América

La Razón
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La pertinaz actitud acusatoria de fray Bartolomé de Las Casas contra los pobladores, conquistadores y encomenderos condujo en 1534 al planteamiento en la conciencia del Estado monárquico de la conocida «duda indiana», que se extendió entre 1534 y 1549, hasta que se produjo el planteamiento oficial de la crisis en la Junta de Valladolid de 1549, iniciándose un replanteamiento del pensamiento americano. La insistencia de Las Casas y la actitud de ciertos sectores como funcionarios del Estado, de Órdenes religiosas y catedráticos universitarios, decidió que el rey Carlos I hiciese la convocatoria, en 1550, de una polémica pública entre Juan Ginés de Sepúlveda y el Padre Las Casas, donde ambos expusieron con toda libertad los pros y los contras de ambas posiciones. En realidad, son dos actitudes discordantes en las que se apoya el ánimo real y, con ello, la creación de una larga serie de medidas y creaciones de instituciones que pusiesen remedio y evitasen la dualidad de pensamientos sobre materia tan divergente con opiniones desfavorables en la opinión ética del público.

Una de las instituciones creadas fue la Crónica Oficial de las Indias Occidentales, sobre la cual escribió el historiador argentino Rómulo D. Carbia un excelente libro en 1934, en el cual se advierte la preocupación de la Corona que en el ánimo real pesó más que el conocimiento geográfico y cultural del Nuevo Mundo, el deseo ferviente de los monarcas por la historia, es decir, las circunstancias y maneras en que la conquista se llevó a cabo. De ahí el mandato al Cronista de Castilla, fray Antonio de Guevara, de continuar el trabajo en tal sentido de Pedro Mártir de Anglería, aunque ninguno de los dos fueron Cronistas Mayores. Funcionario incorporado al Consejo de Indias, nacido como consecuencia del encargo hecho por Felipe II al extremeño Juan de Ovando cuando llevó a cabo la visita de inspección al Concejo. Cuando falleció en 1572, dejando vacante el cargo de Cosmógrafo, el rey lo acumuló al de Cronista en la personalidad de Juan López de Velasco. El primer Cronista Mayor fue Antonio de Herrera y después de él hasta ocho más, hasta que, al crearse en el siglo XVIII la Real Academia de la Historia, fue designada Cronista perpetua, que hasta hoy continua desempeñando.

Tanto Antonio de Herrera como López de Velasco cumplieron con máxima puntualidad los encargos que le fueron hechos. Me interesa destacar dentro de este conjunto la labor que, sin tener condición de oficialidad del Consejo de Indias o de la Academia de la Historia, la historiografía americana tiene contraída imperecedera con quienes por propia iniciativa escribieron sobre América española por razones de oficio. La «Crónica Mayor de la Indias» fue una excelente iniciativa y un subsidiario fracaso mantenido durante más de dos siglos. Tanto Herrera, que cumplió con sus «Décadas»; como López de Velasco que reunió cuantas noticias geográficas se habían acumulado sobre América, cumplieron su encargo.

Don Antonio de Solís y Rivadeneyra, poeta y dramaturgo cortesano del siglo XVII, en premio a sus prensas literarias alcanzó, entre otros favores reales, el cargo de Cronista Mayor de Indias, que sirvió durante veinticinco años y poco antes de morir dio a la prensa la «Historia de la Conquista de México», demostrando que es un prodigio de pensador e historiador magistral. Luis A. Arocena, a quien deseo rendir testimonio de admiración y respeto individual, publicó en la Editorial Universitaria de Buenos Aires (1963) una monografía profunda y de admirable investigación historiológica de esta gran figura, bajo el título de «Antonio Solís, Cronista Indiano. Estudio sobre las formas historiográficas del Barroco». La publicación de esta espléndida monografía estuvo apoyada por numerosos catedráticos universitarios españoles y de especial modo por la Universidad de Puerto Rico, así como muchas personalidades. El estudio de Luis Arocena sobre las formas historiográficas del Barroco se concluyó en 1956. Fue presentado a la Universidad Central de Madrid y a la Real Academia Española, mereciendo de ambas honrosas distinciones.

Luis A. Arocena ha escrito, además del que aquí se comenta sobre el Inca Garcilaso de la Vega, un libro profundo y equilibrado con notas interesantísimas sobre el pensamiento político de Maquiavelo. Ha sido profesor de importantes instituciones universitarias y académicas de América. La Crónica de Solís, escrita en la segunda mitad del siglo XVII responde a una concepción historiográfica, en trance de ser superada por una comprensión nueva del modo de investigación histórica, respondiendo a cánones de la historiografía humanística española.