Ciencia y Tecnología

Sistemas en riesgo

No es sorprendente que el grupo encuestado haya situado los desequilibrios fiscales crónicos en el segundo lugar entre los 50 riesgos globales

El fracaso en adaptarnos al cambio climático, la persistencia de condiciones climáticas extremas y la importante crisis financiera que cruza todo el sistema son apenas tres de los 50 grandes riesgos que se evalúan cada año en el Informe Global de Riesgos del Foro Económico Mundial. Parece natural establecer vínculos entre ellos, sobre todo si se tiene en cuenta que una «supertormenta» obligó a cerrar Wall Street en octubre pasado. De hecho, el informe nos hace más conscientes las muchas maneras en que, inevitablemente, los sistemas acaban por afectarse entre sí en nuestro mundo interdependiente.

Lo que es más importante, advierte de los peligros de que varios de ellos fallen. Por ejemplo, dos de los más importantes son la economía y el ambiente, cuya interacción subraya el primero de los tres casos estudiados en el informe de este año. Los 1.000 expertos que respondieron a la Encuesta de Percepción de Riesgos Globales del FEM, en el que se basa el informe, clasificaron la adaptación al cambio climático como su principal inquietud ambiental para la década próxima, lo que implica un cambio importante en el modo como se piensa sobre el clima y refleja la creciente aceptación de que estamos «atrapados» en cierto grado de cambio global de las temperaturas, por lo que debemos adaptarnos en el nivel local: por ejemplo, reforzar nuestros sistemas de infraestructura fundamental para elevar su resistencia ante situaciones climáticas extremas.

Sin embargo, nos enfrentamos a estos retos ambientales en momentos de un persistente debilitamiento económico. El crecimiento global se mantiene lento y, puesto que las políticas fiscales y monetarias tienen efectos limitados sobre la recuperación económica, los gobiernos no cuentan con los recursos ni la valentía como para emprender proyectos de envergadura. No es de sorprender que el grupo encuestado haya situado los desequilibrios fiscales crónicos en el segundo lugar entre los 50 riesgos globales que probablemente se manifiesten en los próximos diez años.

Cuando se encuentran en condiciones sólidas, las economías tienen margen de acción para invertir en adaptación al cambio climático, mientras que la estabilidad en el frente ambiental les da el espacio necesario para atender los problemas económicos. Si se pierde presión en ambos sistemas al mismo tiempo será como perder los dos motores de un avión en pleno vuelo.

El segundo estudio de caso adopta una perspectiva diferente sobre los sistemas. ¿Qué ocurre si un sistema aparentemente «menor» (como las redes sociales) genera una crisis geopolítica «de grandes proporciones»? Con el creciente alcance de las redes sociales, hoy en día la información puede ir de un punto a otro del planeta de manera casi instantánea.

Están bien documentados los beneficios de que así sea, pero no los riesgos de que se propague información errónea. Piénsese en el caso del «mundo real» de que alguien grite «¡Incendio!» en un teatro lleno. ¿Podría ocurrir algo similar en el mundo digital, en que una chispa de información genere destrucción y caos antes de que se desvele la verdad?

El tercer caso de estudio se centra en lo que ocurre cuando nos volvemos complacientes acerca de un sistema vital. Por ejemplo, la innovación constante en las ciencias médicas a lo largo de los últimos 100 años nos ha dejado la impresión de que nuestros sistemas de sanidad nunca podrán retroceder. Sin embargo, a los expertos les preocupa cada vez más la posibilidad de que se produzcan pandemias de bacterias resistentes a todos los antibióticos actuales, mientras nuestro sistema de propiedad intelectual no está pudiendo crear incentivos adecuados para el desarrollo de nuevas variedades. El director general de la Organización Mundial de la Salud ha advertido que si el mundo retrocede a la época preantibióticos, un rasguño o una infección de garganta podrían volver a llegar a tener consecuencias mortales.

Cada caso resalta la necesidad de considerar cómo hacer más resistentes los sistemas, lo que significa que no se los puede considerar por separado. Forman parte de sistemas mayores, así como están compuestos por subsistemas de menor tamaño. Si bien lo ideal es que se pueda dar respuestas globales a las crisis globales, la realidad es que sus riesgos se manifiestan principalmente en el nivel nacional y, en gran medida, cada país debe enfrentarlos por su cuenta. Por ello, tenemos que medir la capacidad de resistencia nacional al evaluar con regularidad los subsistemas de importancia crítica dentro de los países.

En la actualidad, el FEM desarrolla parámetros de medición para poder evaluar susbsistemas nacionales y través de cinco sistemas de resistencia (redundancia, robustez, disponibilidad de recursos, capacidad de respuesta, y recuperación) combinar la información de percepciones con datos estadísticos disponibles públicamente. La información de percepciones iniciales recogidas por el Foro punta a la importancia de la capacidad de liderazgo, la transparencia, la eficiencia y las buenas relaciones entre los actores de los sectores público y privado.

Si bien el desarrollo de estos parámetros de medición se encuentra en sus etapas tempranas, el objetivo último es desarrollar una herramienta práctica de diagnóstico que pueda funcionar como una especie de «imagen por resonancia magnética» para que las autoridades nacionales puedan evaluar la capacidad de resistencia de sus países a los riesgos globales. Si se revelan debilidades que los métodos más tradicionales no pueden detectar, podríamos señalar con precisión las reformas estructurales, los cambios conductuales y las estrategias de inversión necesarias para elevar su resistencia.

El resultado no solamente beneficiaría a cada país que desee participar de este proceso, sino que aceleraría la innovación en la gobernanza global, que hoy necesitamos más que nunca para poder preservar nuestros sistemas más cruciales.