Lenguaje

Ni bable ni aragonés: la lengua española que casi nadie conoce y solo 500 personas hablan en secreto

El erromintxela, una lengua oculta durante siglos y que muy pocos conocen en España, es el resultado del mestizaje entre vascos y romaníes

Women look at a phone while sitting on the pedestal of statue on International Women's Day in downtown Bucharest, Romania, Saturday, March 8, 2025. (AP Photo/Vadim Ghirda)
Romania International Women's DayASSOCIATED PRESSAgencia AP

En cuanto a diversidad lingüística, pocos países son como España. De entrada, el país cuenta con seis lenguas cooficiales (castellano, catalán, valenciano, gallego, euskera y aranés), pero fuera de estas, hay una veintena de dialectos que están cayendo en el olvido poco a poco (la fabla aragonesa, el asturleonés, el silbo gomero o el asturiano, entre muchos otros)

Sin embargo, hay una una lengua que permanece especialmente en el anonimato, hablada por apenas 500 personas y sin reconocimiento oficial. No es un idioma propiamente dicho, ni un dialecto en el sentido tradicional. Según los expertos, se trata de un pogadolecto, es decir, una fusión entre dos lenguas distintas que ha dado lugar a una nueva forma de comunicación llamada erromintxela. Esta es el resultado de la convivencia entre dos pueblos: el romaní y el vasco, y su origen se remonta a hace más de 600 años.

El erromintxela carece de cualquier protección oficial y apenas ha sido objeto de estudios académicos. No ha sido promovido ni por instituciones lingüísticas ni por el propio Gobierno del País Vasco, lo que lo coloca en una situación de grave peligro de extinción. Además, los propios hablantes no han mostrado un interés significativo en su preservación, ya que prefieren pasar desapercibidos y mantenerse alejados del foco público.

Un encuentro entre dos culturas

El origen del erromintxela está vinculado con la llegada del pueblo gitano al País Vasco en el siglo XV. Los romaníes, que iniciaron su viaje desde el norte de la India hace 1.500 años, encontraron en la geografía vasca un lugar seguro para asentarse, en un contexto donde eran perseguidos en gran parte de Europa. Al establecerse en la región, inevitablemente se mezclaron con la población vasca, lo que llevó a la creación de un idioma híbrido con características de ambas lenguas.

Aunque a simple vista el erromintxela pueda parecer una lengua nueva, sus raíces están profundamente arraigadas en ambas tradiciones. Se ha descubierto que tanto el euskera como el romaní presentan influencias del sánscrito, lo que ha facilitado la integración de ciertos elementos lingüísticos comunes. Por ejemplo, ambos idiomas utilizan un sistema de declinaciones y comparten estructuras gramaticales similares, lo que permitió una fusión natural.

Pero el impacto del contacto entre ambas culturas no se limitó al lenguaje. La convivencia con el pueblo vasco también modificó la estructura social de las comunidades gitanas en la región. Tradicionalmente, la cultura romaní ha sido patriarcal, pero en el País Vasco se ha desarrollado un matriarcado, donde las mujeres son las figuras centrales en la genealogía y en la toma de decisiones familiares.

Un descubrimiento tardío y sin apoyo

A pesar de su historia centenaria, el erromintxela pasó desapercibido durante siglos. No fue hasta la década de 1990 cuando un grupo de investigadores, con el apoyo de la Universidad del País Vasco y la Real Academia de la Lengua Vasca, realizó el primer estudio a gran escala sobre esta lengua. Durante casi dos años, lingüistas e historiadores documentaron el idioma en Vizcaya y Guipúzcoa, confirmando su existencia y sus particularidades.

Sin embargo, tras este primer estudio, no hubo más investigaciones. Cuando la asociación gitana Kale Dor Kayiko, clave en el descubrimiento del erromintxela, solicitó financiación para continuar con el trabajo, no recibió apoyo institucional. "No le interesó a nadie", lamenta Óscar Vizarraga, presidente de la asociación, quien insiste en la necesidad de profundizar en su estudio antes de que sea demasiado tarde, según informa Infobae.

Otro dato que hace difícil su estudio es que, los gitanos que aún lo utilizan no lo consideran un tesoro lingüístico, sino simplemente un modo de comunicación cotidiano. Además, rechazan la atención mediática y académica, lo que dificulta su documentación. También, haría falta ampliar la búsqueda de hablantes en Navarra e Iparralde (territorio vasco francés), lo que podría tomar mucho tiempo y recursos.