Crisis en el PSOE

Análisis: Al papable se le mide en el recreo

La Razón
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N o hay que minusvalorar lo que unos y otros cardenales exponen en la Sala Nueva del Sínodo. Se plantean preocupaciones de aquí y allá. Dudas, ruegos y preguntas que no hay que desdeñar. Tan determinante puede ser la respuesta como la propia pregunta a la hora de descartar candidatos. Pero donde no hay que perder ojo es en los pasillos. En los intermedios entre ponencia y ponencia, así como en los almuerzos fuera del Vaticano. Porque hasta que no llegue el Cónclave unos y otros se mueven por tranquilidad por Roma cenando con viejos amigos de la Curia, con compañeros afines en su visión de la Iglesia, con purpurados en busca de criterios para decantar su voto... Buscan el trato personal con aquel que podría tomar el mando, algo que hay que hacer de forma más que diplomática. Porque dicen los vaticanistas que peinan canas, que hoy no es el día de dar nombres en alto. Apostar por uno tan pronto hace que se le mire con lupa hasta el cuello de la sotana y se le tenga tanto tiempo en las conversaciones que su candidatura papal llegue a rechinar. En otras palabras, para que no se queme antes de la fumata. Mejor esperar a que avances las congregaciones y que estén los 115 electores para que se escapen los nombres en corrillos más decisivos.