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Río de Janeiro

Con el corazón en Compostela

La Razón
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RÍO DE JANEIRO (BRASIL)- Ayer a la tarde en Copacabana, se celebró una gran fiesta con motivo de la Jornada de la Juventud. El ambiente fue agridulce para los peregrinos españoles que pese a tener los pies en Brasil, demostraron tener su corazón con las víctimas y familiares del accidente acontecido en Santiago.

Un grupo de fieles procedentes de la Iglesia de San Pedro, de Santiago de Compostela, se agolpaba en uno de los laterales del escenario montado en la playa para recibir al Papa. Llegaron pronto para conseguir un buen lugar, y poder ver al Pontífice en primera línea.

En sus cuellos cuelgan las distintivas conchas de peregrino, universalmente conocidas. En sus manos, los bastones propios del Camino de Santiago. El atuendo singular los caracteriza entre la multitud. Juan, un catequista de 30 años, porta un lazo negro en su pecho. «Por suerte no teníamos ningún familiar entre los fallecidos. Nos enteramos de la tragedia por los noticieros brasileños. Lo primero que hicimos fue llamar a casa y orar por ellos. Nos sentimos arropados por los jóvenes de todo el mundo que nos dan su apoyo, y por supuesto, las palabras reconfortantes del Papa», comenta.

El Papa, con las víctimas

Nada más enterarse del grave accidente, el Papa Francisco telefoneó al Presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Madrid, Cardenal Rouco Varela, que se encuentra en Brasil, participando junto a otros 12 obispos españoles y miles de jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Su Santidad se interesó por los detalles de la tragedia ferroviaria y por la situación de las familias de las víctimas. «El Santo Padre se une al dolor de todos los afectados, pide al Señor muy particularmente por los que han fallecido en el accidente y los encomendará durante la Santa Misa que celebrará en Río de Janeiro», aclaró el portavoz del vaticano, Federico Lombardi. Éste recordó que el accidente se produjo en la vigilia de la festividad del Apóstol Santiago y que posiblemente entre los muertos pueda encontrarse algún peregrino que iba a Compostela, y pidió a los periodistas acreditados para la JMJ un minuto de silencio por las víctimas.

Por su parte Antonio María Rouco Varela, envió un mensaje de solidaridad a los familiares de las víctimas y de los heridos en el accidente ferroviario. «Nos unimos al dolor de las familias y rezamos por ellas», indicó desde Río de Janeiro. El arzobispo de Madrid explicó que el Papa Francisco «pide mucho al Señor por ellos, los bendice y mañana los encomendará en la Santa Misa. Les hará llegar a través del Arzobispo de Santiago su cercanía, afecto y su bendición».

Rouco Varela, «estremecido»

Además, el presidente de la Conferencia Episcopal dijo estar «muy estremecido» ante el «elevadísimo» número de víctimas y recordó también que la tragedia se produce en la víspera de la festividad del Apóstol Santiago. «El Apóstol nos va a animar a afrontar estos momentos tan difíciles con el espíritu de la paz, la esperanza cristiana que para los fallecidos es la gloria y para los que quedamos aquí una invitación a caminar por los caminos de ese estilo de vida que el Apóstol nos trajo a España», señaló. Rouco Varela tiene un cariño especial hacia Santiago. Allí precisamente se celebró la Jornada Mundial de la Juventud de 1989, la primera edición en la Unión Europea.

También desde Río, el obispo de Bilbao, Mario Iceta, recordó antes de impartir su segunda catequesis en la ciudadque «tenemos puesto el corazón en Galicia, cerca de estas familias rotas por este trágico accidente». Iceta mostró su dolor y se unió a la oración que solicitaba el Papa Francisco por las víctimas. El prelado envió un abrazo «muy fuerte a Bilbao» porque a pesar de estar lejos «para la Iglesia no hay distancias ni territorios acotados», ha dicho. Además garantizó que tendría presente a las víctimas de Galicia pero también «este día del patrón a todos los vizcaínos que están pasando dificultades en nuestra tierra». En declaraciones a Cope, el obispo recordó que en la primera catequesis que impartió el miércoles recibió más de lo que dio porque la ilusión con la que viven estos días los jóvenes «es indescriptible».