Santiago Martín
Culto y cultura
El Domingo de Ramos abre la Semana Santa con las primeras procesiones
Decir Semana Santa es, casi, decir España. No porque sólo aquí se celebren los días grandes del catolicismo, o porque en nuestro país se vivan con más intensidad. Pero sí porque se vive de otra manera, con un arraigo popular desconocido en el resto del mundo. Las calles de nuestras ciudades, las pequeñas y las grandes, van a verse recorridas estos días por los más hermosos «pasos» que hayan hecho los imagineros. Nuestros «Cristos» –en sus decenas de formas– o nuestras «Dolorosas» van, una vez más, a salir a la calle, entre la música y las velas, en la mañana o en la noche; los acompañarán centenares –a veces miles– de cofrades y su recorrido atravesará el corazón de los muchísimos espectadores que, curiosos o devotos, hayan ido a verlos. Es la Semana Santa de España, su universal Semana Grande. Pero no hay que engañarse ni dejarse engañar por los que dicen que esto es cultura. Lo es, ciertamente, pero es muchísimo más que eso. Es cultura porque es culto; es decir, el culto ha hecho, una vez más, a la cultura. Alguno habrá que se fije sólo en el arte de las tallas; los más se sentirán emocionados e identificados con lo que ellas significan. Es la Semana de la Fe, en la que el pueblo español, como dijo Machado, pide siempre una escalera para subir al madero y descolgar al Nazareno crucificado, porque cree en él y porque le ama.
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