De amigo

La Diócesis de Teruel y Albarracín se siente honrada y orgullosa de tener, como hijo ilustre, a un participante en el próximo Conclave, de la Iglesia Católica, a la hora de elegir un nuevo Papa, tras la renuncia de Benedicto XVI. A la vez que eleva una oración para que el Espíritu Santo ilumine a los cardenales en la elección acertada de un Papa que la Iglesia y el mundo está necesitando en este momento.

La presencia de Monseñor Santos Abril, turolense e hijo de la villa de Alfambra nos llena de alegría y de esperanza. ¿Puede ser Papa?, él lo descarta, pero nosotros albergamos alguna esperanza. Tal vez fue el cariño de un familiar suyo, el que, siendo él jovencito, vaticinó que «llegaría a Papa».

Yo he compartido con Monseñor muchos momentos felices y no tan felices. Entré en el seminario, desde Alfambra, cuando Santos ya estudiaba teología y desde entonces con él y su familia ha habido una relación afectuosa y enriquecedora. Sus estancias en las nunciaturas de países lejanos las vivíamos, ya casi, como nuestras a través de las conversaciones siempre agradables y aleccionadoras. He compartido con Santos su ordenación episcopal, la muerte de sus seres más queridos, sus Bodas de Oro sacerdotales y de Plata episcopales, he compartido muchos momentos de diálogo y experiencias. Le acompañé en su elección como cardenal.

Siempre me ha admirado su serenidad, su buen hacer, su afabilidad, su cercanía, su amor a la Iglesia y al Papa, su disponibilidad para ir donde el Papa y la Iglesia lo necesitasen, su trato afable con todas las personas, su amor a su pueblo y a sus gentes, su capacidad intelectual, su saber estar, donde sea y con quien sea, su acogida, su sonrisa, su discreción, siempre con la palabra oportuna y medida, y sobre todo el ser un hombre de Dios. Destaco también su amor a su Diócesis, participando en todos los eventos a los que ha podido asistir y cuando sus trabajos apostólicos no se lo han impedido. La relación ha sido y es, con Monseñor Santos Abril, de amigo.