Francisco, nuevo Papa
Don Felipe invita al Papa a visitar España
Más de ciento treinta delegaciones se dieron cita ayer en la plaza de San Pedro para acudir a uno de los pocos eventos que logran congregar a dignatarios de todo el mundo, la misa de inicio de Pontificado de un Papa. En representación de nuestro país asistieron Doña Letizia y Don Felipe, que ejercieron como máximos exponentes de la misión española; el presidente del gobierno Mariano Rajoy acompañado por su esposa, Elvira Fernández; y los ministros Alberto Ruiz-Gallardón, José Manuel García-Margallo y Jorge Fernández Díaz. Los españoles se sentaron en el lateral derecho de la tribuna reservada para las autoridades.
Antes de comenzar la celebración, la delegación intercambió comentarios e impresiones con los compañeros de bancada. En un ambiente distendido, los Príncipes de Asturias incluso accedieron fotografiarse con otros de los invitados a la misa. La pareja departió con herederos europeos como Máxima y Guillermo de Holanda y mandatarios como Angela Merkel. También saludaron al vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, hasta que la animada charla se vio interrumpida por la salida del papa Francisco, en el vehículo descubierto con el que paseó por la plaza de San Pedro, media hora antes del inicio de la misa, y que arranco los aplausos de todos los asistentes.
Don Felipe eligió para la ocasión el uniforme de Gran Etiqueta del Ejército de Tierra, engalanado con las principales condecoraciones, el mismo que utilizó el día de su boda. Además, lució una barba algo más poblada de lo habitual. El Príncipe de Asturias vistió este traje como equivalente protocolario al frac. Para los caballeros, el protocolo marcaba varias posibilidades: desde el chaqué, hasta el traje oscuro o el frac.
El presidente y los ministros españoles escogieron este último complementado con pajarita blanca. No fue tan generosa la recomendación para las damas, aunque en los últimos años se ha flexibilizado el protocolo vaticano. Para ellas, se estipulaba vestido negro, cerrado y con manga, de un largo prudencial y, preferiblemente, con velo o mantilla.
Las féminas españolas cumplieron con nota. Elvira Fernández, la mujer del presidente, y Doña Letizia se ajustaron exquisitamente al «dress code». La esposa de Rajoy, que se prodiga poco en actos públicos, escogió un traje de chaqueta negro y cubrió su cabeza con una sencilla mantilla, tal y como hizo Doña Letizia. Ambas mujeres eligieron un zapato salón cerrado. Para completar su atuendo, las representantes patrias podrían haber lucido peineta, un privilegio exclusivo para las españolas, pero no lo hicieron porque en la Plaza de San Pedro llegó a soplar el aire con fuerza.
Tras la celebración litúrgica, Francisco recibió a los representantes de las 132 delegaciones en la basílica de San Pedro. De la española, Don Felipe fue el primero que se acercó al Pontífice. Los Príncipes de Asturias besaron el anillo del pescador, saludaron a Francisco con una sencilla reverencia y hablaron unos instantes con él. Después, Don Felipe introdujo a Mariano Rajoy que, acompañado por su esposa, intercambió también unas palabras con el Papa y le dijo «que muchos españoles están muy contentos con la elección». Durante la recepción pontificia, el Pontífice aprovechó la ocasión para preguntar por la salud del rey, a lo que los Príncipes de Asturias contestaron que «se encuentra bien», antes de proceder a invitar a Francisco a visitar España. Una fecha más que apropiada sería la del quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila cuya conmemoración culminará en octubre de 2015. A buen seguro que el papa argentino conoció de primera mano la obra de la santa abulense durante su estancia en Alcalá de Henares.
«Sencilla, elegante y perfecta»
El protocolo deja al libre albedrío que las asistentes a eventos en la Santa Sede lleven o no esta pieza ornamental tan patria llamada peineta. Pero ayer, ninguna de ellas optó por ponérsela. Eso sí, todas cumplieron a rajatabla con el «dress code» marcado por el Vaticano: de negro, manga larga y la cabeza tapada. Una vez más, la Princesa de Asturias fue de las más elegantes. Con un sobrio abrigo por debajo de la rodilla y zapatos de tacón –no demasiado altos y de punta redonda– destacó ante Máxima de Holanda, con la que conversó antes del inicio de la ceremonia. Eligió una discreta mantilla y un sutil maquillaje «Fue sencilla, elegante y perfecta», asegura Francisco Merino, director de la escuela de protocolo.
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