Historia

Palma de Mallorca

El apóstol de Mallorca, camino a los altares

El padre Rosselló fundó su orden en Mallorca en 1890
El padre Rosselló fundó su orden en Mallorca en 1890larazon

Madrid-Allí donde las órdenes religiosas no llegaron en el siglo XIX, lo hizo el padre Joaquín Roselló i Ferrà, apóstol del pueblo de Mallorca. Su empeño por propagar la fe, consolar a los enfermos y renovar la acción pastoral en la isla lo están acercando poco a poco a los altares. Ayer, la Congregación para las Causas de los Santos hizo público que el Papa Francisco ha aprobado el decreto que reconoce las virtudes heroicas del sacerdote mallorquín, fundador de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Desde su muerte, en 1909, le acompañó la fama de santidad hasta que finalmente fue abierta su causa de canonización en 1934.

Jugaba a dar misas

El padre Joaquín, o Ximet, como se le llamaba familiarmente, nació en 1833 en Palma de Mallorca en el seno de una humilde familia cristiana que servía en la casa de los Gual de Torrella. Como muchos otros santos, de niño jugaba a dar misas y hablaba en latín. Como muchos otros santos también, en su juventud empezó a desprenderse de sus pocas posesiones para entregárselas a los más pobres. Desde joven supo que su camino era el sacerdocio, pero la modesta condición familiar hizo que tuviera que ponerse a trabajar: primero en una chocolatería y después como carpintero. Gracias a los Gual pudo ir al seminario. Pronto ese celo misionero que latía en su corazón desde la infancia le llevaría a predicar por los caminos mallorquines junto a un grupo de jesuitas. Así lo hizo por más de 25 años. De entre ellos, destacaba Gregorio Trigueros, quien guió al padre Joaquín hasta la fundación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y María. Por aquellos caminos isleños Joaquín tuvo que enfrentarse a la peste y a las convulsas consecuencias de la revolución de 1868. En esas horas difíciles optó por los enfermos sin importarle el contagio. Mientras tanto, buscaba un camino para encauzar su devoción a María y su espiritualidad y se retiró a la ermita de San Honorat.

De esa búsqueda surgiría en 1890 la congregación de los Misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, una orden que fundó junto a tres sacerdotes, dos seminaristas y un hermano coadjutor. Por este proyecto de vida y misión comunitaria se le otorga el mérito de haber contribuido a la transformación del clero mallorquín de su tiempo, pues toda una generación se inspiró en su legado. Un año después, los misioneros se ocuparon del Santuario de la Virgen de Lluc, la más querida por los mallorquines, transformando material y espiritualmente el lugar.

El padre Joaquín falleció en 1909 tras haberse retirado a la casa de la Real, pero antes, a modo de testamento espiritual, no perdió la ocasión de recordar a sus hijos la necesidad de «amarse mutuamente como los Sagrados Corazones os aman». Y así lo han hecho hasta extender la obra del padre Joaquín por Italia, Argentina, República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, Ruanda y Camerún.