Ciudad del Vaticano

El Papa critica la indiferencia, rivalidades y cotilleos en la Curia

Diagnostica ante sus miembros las quince enfermedades que la aquejan

El Papa aprovechó el tradicional encuentro en la sala Clementina para felicitar la Navidad a los miembros de la Curia romana
El Papa aprovechó el tradicional encuentro en la sala Clementina para felicitar la Navidad a los miembros de la Curia romanalarazon

Se esperaba mucho del encuentro de ayer entre el Papa y los miembros de la Curia Romana. Y no defraudó porque el Papa se mostró especialmente duro, hasta el punto de hacer un diagnóstico de los principales males que la aquejan. Citó 15, los más frecuentes.

SENTIRSE INMUNE E INDISPENSABLE

Para el Pontífice, una Curia que no es autocrítica, que no se actualiza, que no intenta mejorarse «es un cuerpo enfermo».

EL «MARTALISMO»

Se refirió con esta expresión al pasaje evangélico en el que Marta deja de lado a Jesús para ocuparse de la casa, es decir, «de la excesiva “operosidad”». Quiso alertar así a aquellos «que están inmersos en el trabajo, olvidando la mejor parte: el encuentro con Jesús».

EL ENDURECIMIENTO MENTAL

«Es la de los que, a lo largo del camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles convirtiéndose en máquinas de trabajo».

EL FUNCIONALISMO

Esta enfermedad tiene que ver con la comodidad. Se cae en ella «porque es más fácil quedarse en la propia posición estática e inmutable que seguir al Espíritu».

LA MALA COORDINACIÓN

Aquellos que pierden la comunión entre sí y el cuerpo se quedan sin la funcionalidad armoniosa y la templanza «convirtiéndose en una orquesta que hace ruido porque sus miembros no cooperan».

EL ALZHÉIMER ESPIRITUAL

Es la enfermedad que hace olvidar la historia de la salvación. «Lo vemos en los que han perdido el recuerdo de su encuentro con el Señor, en los que construyen muros alrededor de sí mismos y se convierten en esclavos de las constumbres y de los ídolos que han esculpido sus propias manos».

LA RIVALIDAD Y LA VANAGLORIA

«Pasa cuando la apariencia, los colores de las ropas y las insignias de honor se convierten en principal objetivo de la vida. Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos».

LA ESQUIZOFRENIA ESPIRITUAL

Ésta es la enfermedad «de la doble vida, fruto de la hipocresía típica de los mediocres y del progresivo vacío espiritual que ni grados ni títulos académicos pueden llenar». Estos «enfermos» dejan al lado lo que enseñan con severidad y viven una vida oculta».

LAS HABLADURÍAS Y EL COTILLEO

«Es una enfermedad grave». Así la define Francisco, que no es la primera vez que habla de ella. «Se apodera de la persona convirtiéndola en sembradora de cizaña y en asesina a sangre fría de la fama de sus colegas y hermanos. Es la enfermedad de los cobardes».

DIVINIZAR A LOS JEFES

Esta «enfermedad» es la de los que son «víctimas del arribismo y del oportunismo», que honran a las personas y no a Dios.

LA INDIFERENCIA

«Es cuando todo el mundo piensa sólo en sí mismo. Cuando los más expertos no ponen sus conocimientos al servicio de los colegas o cuando, por celos, se siente alegría al ver que otros caen».

LA «CARA DE FUNERAL»

Con este apelativo, el Pontífice argentino se refirió a las personas rudas y sombrias que consideran que para ser serios «hay que pintarse la cara de melancolía, severidad y tratar a los demás con rigidez, dureza y arrogancia».

LA ACUMULACIÓN

Es la que afecta al apóstol que busca llenar «un vacío existencial en su corazón acumulando bienes materiales para sentirse seguro».

LOS CÍRCULOS CERRADOS

Para el Papa, esto se convierte «en un cáncer que amenaza la armonía del cuerpo y puede escandalizar a los más pequeños».

EL LUCIMIENTO

Se produce cuando el servicio se convierte en poder y el poder en mercancía para conseguir beneficios mundanos.

Y EL ANTÍDOTO

Según el Papa, es vital no caer en estas tentaciones, pues sus efectos pueden ser devastadores, como ejemplificó a través de esta frase: «Los sacerdotes son como aviones: son noticia sólo cuando caen, pero tantos vuelan...». Y ofreció un antídoto: «Vivir según la verdad en el amor y crecer en todo hacia Cristo». Más tarde, con empleados del Vaticano, pidió perdón por sus errores y por los escándalos en la Iglesia».