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El Papa: «No existe humildad sin humillación»

El Pontífice recuerda que los cristianos perseguidos «son los mártires de hoy. Y son muchos»

Francisco bendice los ramos y palmas en el Vaticano
Francisco bendice los ramos y palmas en el Vaticanolarazon

La Plaza de San Pedro se vistió ayer de gala para celebrar el Domingo de Ramos en una mañana primaveral que hizo las delicias de los peregrinos. La celebración presidida por el Papa Francisco comenzó temprano, y antes del inicio de la misa, el Pontífice acudió hasta el centro de la plaza, donde está situado el famoso Obelisco, para bendecir las palmas y los ramos de olivos.

En su homilía, el Papa animó a seguir el camino de Jesús con humildad y a no renegar de Él, porque «el amor nos guiará y nos dará fuerza». Sus palabras fueron acogidas con entusiasmo por miles de jóvenes que participaron también con motivo de la celebración de la XXX Jornada Mundial de la Juventud. Una cita que se celebra cada año este día y cada dos o tres en alguna ciudad del mundo hasta la que viaja el mismo Papa.

El Pontífice centró su homilía en la humildad. Sobre esto, explicó que se trata de «la humillación de Jesús», una palabra que «nos desvela el estilo de Dios y del cristiano: la humildad». Y sobre este estilo destacó que «nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde» porque «humillarse es, ante todo, el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades».

Bergoglio aclaró que esto ya se puede observar en el Libro del Éxodo cuando Dios escucha todas las murmuraciones del pueblo de Israel. Unas quejas que «estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad». Por eso, «en esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será santa también para nosotros».

A continuación, Francisco adelantó algunos de los acontecimientos de los que los fieles serán testigos al asistir estos próximos días a las celebraciones, como el desprecio de los jefes de Israel por Jesús, la traición de Judas, cómo es apresado y tratado «como un malhechor», incluso cómo fue «abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado».

Francisco recordó que en los próximos días los fieles escucharán cómo Pedro le negó tres veces, los gritos de la muchedumbre pidiendo su crucifixión y «cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas». Y después, «a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios».

Precisamente, «ésta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación», destacó el Pontífice con tono solemne.

Volviendo a la actitud de Cristo, que tomó «la condición de siervo», el Obispo de Roma aclaró que, «en efecto, la humildad quiere decir servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, “despojándose”, como dice la Escritura».

«Esta es la humillación más grande. Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía», alertó el Papa.

«El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, también nosotros podemos vencer esta tentación, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida». Una de las propuestas para hacerlo fue que «nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad... Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne».

Esta actitud también se puede ver en los perseguidos y así lo indicó Francisco: «Pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy: no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar de “una nube de testigos”». «Como ellos, emprendamos también nosotros con decisión este camino, movidos por el amor a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros», concluyó.

Después de la misa, el Papa rezó el Ángelus desde la misma plaza y se dirigió en especial a los jóvenes con una propuesta: «Dejaos llevar por la ternura del Padre, para difundirla a vuestro alrededor».

Además, tuvo un recuerdo especial por las víctimas del avión siniestrado el pasado martes, a quienes confió a la intercesión de la Virgen María, «entre las que había un grupo de estudiantes alemanes», dijo poco antes de concluir.

Una canción con los textos de Francisco

Mientras Francisco saludaba a los cardenales que participaron con él en la misa del Domingo de Ramos, una vez concluida, por los altavoces de la plaza de San Pedro resonó una pegadiza canción: «Para que todos sean uno», concebida como un nuevo «Himno por la Paz», especialmente dirigido a los jóvenes. La canción está basada en textos del Pontífice y será editada por Sony Music en español, portugués, italiano e inglés. Su compositor es el cantante ítalo-argentino Odino Faccia, conocido por sus compromisos por la paz mundial. Faccia fue elegido por la gran repercusión que alcanzó su canción «Busca la paz», realizada en el año 2001 con textos de Juan Pablo II.