Ciudad del Vaticano
Los legionarios piden perdón por los pecados y delitos de su fundador
La Legión de Cristo cerró ayer su etapa más oscura con la elección de un nuevo gobierno y la petición pública de perdón por los delitos y pecados cometidos por su fundador, el sacerdote mexicano Marcial Maciel, así como por los errores en que cayó la congregación al gestionar estos escándalos. El nuevo director general de este instituto religioso crecido de forma exponencial durante el pontificado de Juan Pablo II es el mexicano Eduardo Robles Gil, quien desempeñará el cargo durante seis años.
La elección de Robles Gil por parte de los miembros del capítulo general que la Legión celebra en Roma desde principios de enero tuvo lugar el pasado día 20, pero no se hizo pública hasta ayer por deseo del Papa Francisco, quien quiso disponer de un tiempo para confirmar el nombramiento de la nueva cúpula. De hecho, a los nombres elegidos por los padres capitulares como consejeros añadió el de los españoles Juan José Arrieta, quien fue designado además vicario general, y el de Juan María Sabadell. Forma también parte del consejo otro español, Jesús Villagrasa, así como el alemán Sylvester Heereman, quien ha llevado las riendas de la congregación y del Regnum Christi (su rama laica) desde octubre de 2012, cuando cedió el testigo por problemas de salud Álvaro Corcuera.
La petición de perdón por parte de los Legionarios de Cristo era un paso ineludible en el proceso de renovación y redescubrimiento de su propia identidad que comenzó cuando Benedicto XVI decidió intervenir la orden en julio de 2010. Lo hizo nombrando delegado pontificio al cardenal italiano Velasio de Paolis, quien ha guiado a la Legión en este difícil camino culminado en el capítulo general. Además de un nuevo gobierno, de este encuentro deben salir unas nuevas constituciones purificadas del influjo de Maciel.
Los padres capitulares no usan atajos para referirse a los escándalos de su fundador. Lo hacen para «redimir nuestra historia dolorosa y vencer con el bien las consecuencias del mal». Sobre Maciel, dicen que tuvo «comportamientos gravísimos y objetivamente inmorales», que fueron justas las sanciones que le puso la Congregación para la Doctrina de la Fe y que «suplican para él la misericordia de Dios». A continuación, manifiestan su «hondo pesar» por los abusos que cometió con seminaristas menores de edad, sus «actos inmorales» con hombres y mujeres adultos (tuvo varios hijos de madres distintas), el «uso arbitrario de su autoridad y de bienes», el «consumo desmesurado de medicamentos adictivos» y el plagio de textos.
«Nos resulta incomprensible la incoherencia de seguirse presentando durante décadas como sacerdote y testigo de la fe mientras ocultaba estas conductas inmorales. Todo esto lo reprobamos firmemente. Nos apena que muchas víctimas y personas afectadas hayan esperado en vano una petición de perdón y de reconciliación por parte de Maciel y hoy queremos hacerla nosotros, expresando nuestra solidaridad con todas ellas», dicen los legionarios.
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