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Buenos Aires

Una Iglesia abierta al mundo

La Razón
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El nombramiento de nuevos cardenales es una decisión muy particular del Papa en el que unos pocos reciben el capelo cardenalicio en función del cargo y otros más en función de su ministerio, su labor o su representación. Algunos, especialmente los tres eméritos de esta ocasión, lo reciben como reconocimiento a su dilatado servicio al ser y a la misión de la Iglesia. Entre los nombrados son previsibles aquello que prestan su servicio en cargos curiales habitualmente ocupados por cardenales. Mons. Baldisseri, Secretario general del Sínodo de los obispos, era considerado ya medio cardenal por la anécdota ocurrida durante el pasado cónclave, cuando el elegido cardenal Bergoglio le entregó su solideo rojo para recibir de él el solideo blanco. Además recibirán la púrpura cardenalicia Mons. Parolin, Secretario de Estado, Mons. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y Mons. Stella, de la Congregación para el Clero. Fuera de los eméritos sólo habrá dos europeos más en el consistorio, Mons. Nichols, arzobispo de Westminster, en Gran Bretaña, y Mons. Bassetti, arzobispo de Perugia-Città della Pieve, en Italia. Con estos dos últimos comienzan las sorpresas, pues quedan sin cardenales sedes como Turín y Venecia, en Italia, o Bruselas-Malinas, todas ellas habitualmente cardenalicias. Al mismo tiempo, se reconoce el trabajo del arzobispo de Perugia, en la actualidad vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana.

A partir de estos nombres, los cardenales elegidos por el Papa Francisco ponen de relieve su deseo, compartido también con Benedicto XVI y Juan Pablo II, de una Iglesia abierta al mundo. Si Benedicto XVI nombró en su último consistorio a seis cardenales, ninguno de ellos europeo, el Papa Francisco pone su mirada claramente en América, y de manera especial en América Latina. De norte a sur, Mons. Lacroix (Quebec), Mons. Brenes (Managua), Mons. Langlois (Les Cayes, Haití), Mons. Tempesta, (Río de Janeiro), anfitrión de la última JMJ, Mons. Poli (Buenos Aires), y Mons. Ezzati. El Papa venido "del fin del mundo", enriquece ahora el colegio cardenalicio con más cardenales del fin del mundo. Dos cardenales africanos reconocen el trabajo de la Iglesia en un continente especialmente marcado por las dificultades y el sufrimiento, Mons. Nakellentuba Ouédraogo (Burkina Faso) y Mons. Kutwa (Abidjan, Costa de Márfil) y los dos asiáticos, Mons. Quevedo (Cotabato, Filipinas) y Mons. Yeom Soo Jung (Seúl, Corea), ponen de manifiesto la potencia de una Iglesia que comienza a dar fruto abundante. En el próximo cónclave, esperemos que dentro de muchos años, la Iglesia representada será más Iglesia y más universal.