Salud

Esos paraísos artificiales

Pese a que el paraíso está cada vez más cerca, según los indicadores del progreso material, hay una irrefrenable tendencia a la evasión. Las drogas terapéuticas, las que ayudan a soportar el paso de los días, son cada vez más un remedio cotidiano

Fuente: OEDA/DGPNSD/MSCBS 2017/2018
Fuente: OEDA/DGPNSD/MSCBS 2017/2018Tania Nieto

Escribe Thomas de Quincy en su célebre «Confesiones de un inglés comedor de opio»: «Esta es la panacea de todos los males humanos; aquí estaba, descubierto de un golpe, el secreto de la felicidad sobre el que disputaron los filósofos a través de las edades; la felicidad podía comprarse por un penique y llevarse en el bolsillo del chaleco, los éxtasis portátiles encerrarse con un corcho en una botella de medio litro, la paz del alma transportada por galones en coches de correo». La paz del alma. Parece ser que esa es la cuestión. Unos dirán que son los paraísos artificiales que se desvanecen al amanecer; otros, la peor servidumbre para que la vida sea soportable. Y crimen, delito, vicio. Es cierto que estas confesiones, aparecidas por capítulos en 1821 en el «London Magazine», nada tienen que ver con las matanzas de los cárteles mexicanos, las astracanadas de los sicarios o con la dependencia esclava por una miserable dosis. Pero se consumen muchas más drogas, a pesar de que la ingestión tiene ritos menos sofisticados. Dejando de lado el alcohol y el tabaco, legales y socialmente aceptadas, entre las sustancias prohibidas, el cannabis es la más consumida y goza de una cierta permisibilidad, además de tener virtudes curativas muy fundamentadas. Sin embargo, entre los medicamentos –suministrados con o sin receta– los hipnosedantes es la tercera sustancia, después del alcohol y el tabaco. Son, para entendernos, las pastillas tranquilizantes. Según el Observatorio Español de la Droga y la Toxicomanía, es una sustancia consumida especialmente por mujeres, que, superan también a los hombres en los analgésicos opioides. Estos productos son los que en Estados Unidos están provocando una verdadera plaga de adicción y muerte. Sólo en 2015, los opiáceos, en medicamentos o en heroína, mataron a 33.000 personas en EE.UU. En España, la cocaína es la reina de todas las drogas, con un incremento vertiginoso (7 puntos) desde 1995 y causa de que sus consumidores tengan problemas familiares (23,6%), legales (15,4%) y económicos (5,6%).