Salud

Agua: Salud embotellada

El consumo de agua –en todas sus variantes– ha llegado para quedarse. Plástico, cristal... e ideología. Las industrias deben bregar ahora con nuevas modas o hábitos de consumo. Reinventarse. Aunque eso, como todos

agua embotellada
Agua que has de beberJosé Maluenda

Beber –agua– es sano. El consumo de ese líquido se ha convertido, en los últimos años, en sinónimo de vida equilibrada y dieta saludable. Sin embargo, el agua embotellada –en botella de plástico– está también en el punto de mira. Nuevas modas o hábitos de consumo responsable, como se quieran llamar, han llegado para cambiar la consideración que muchos tenemos de este agua embotellada... en plástico. Lo cierto es que el consumo per cápita de agua envasada en la Unión Europea varía significativamente de unos países a otros. Los cinco mayores consumidores de agua embotellada son Italia, Alemania, Bélgica, Portugal y Hungría. En España actualmente se consumen per cápita, un total de 113 litros anuales. Unas cifras que se pueden traducir en distintos parámetros. Por ejemplo cabría decir que cada minuto se compra un millón de botellas de plástico en todo el mundo. Unas cantidades un tanto sorprendentes si tenemos en cuenta que en muchos países hay agua del grifo sana, que no sólo es más barata, sino sobre todo más respetuosa con el medio ambiente. Eso, para los alarmistas, que temen un cambio en los hábitos de consumo conviene recordarles que, a pesar de esto, se espera todavía un crecimiento: recientes análisis calculan que en 2020 el consumo mundial de agua embotellada aumentará un 50% hasta los 600.000 millones de litros. A todos aquellos que predican en favor de la destrucción de estas industrias por mor del respeto al medio ambiente, conviene recordarles que no se puede «pegar fuego» a una fuente de riqueza que da empleo directo a 4.500 personas e indirecto a decenas de miles en nuestro país. Un dato que debe también ser tenido en cuenta es la importancia que tienen estas industrias del agua en zonas rurales –donde no hay otro tejido industrial–. Unas aguas minerales que representan un 0,03% de los recursos hídricos subterráneos disponibles en nuestro país. Que, por lo tanto, no son en absoluto ninguna amenaza a la sostenibilidad del medio ambiente en atención a las críticas de sobreexplotación. Unas aguas minerales que –curiosamente– también son objetivo ideológico. Y eso está tan claro como el agua.