Coronavirus
El coronavirus crece sin control y arrolla a Illa
El ministro empezó bien la gestión de la crisis, pero permitir la manifestación del 8-M fue un error garrafal
El balance que está dejando la pandemia de coronavirus empieza a ser desolador en España. El agente patógeno logró romper pronto la cadena epidemiológica para actuar sin control, y dentro de poco serán varios miles los ciudadanos infectados. No es descabellado pensar que nuestro país superará incluso a Italia en el número de casos, en una eclosión que destrozará la economía, transformará radicalmente la sociedad, y marcará un antes y un después en la Sanidad. Una eclosión que ha dejado muy tocada también la credibilidad del Gobierno, al que la bola de nieve va a terminar arrollándole a medida que pasen los días. En esta crisis el ministro Salvador Illa empezó bien: se rodeó de expertos, escuchó a las autonomías y no dio palos de ciego. Illa, sin embargo, ha pecado por defecto, no por exceso. En lugar de implantar medidas draconianas para aislar España ante la epidemia que llegaba de Europa, dejó las puertas abiertas a un virus que ha llegado a golpear hasta el corazón de La Moncloa. Llamativo es, en este sentido, el disparate antológico de permitir la manifestación feminista del 8-M por motivos ideológicos en lugar de seguir los dictados del sentido común y de la Salud Pública, lo que propició un contagio masivo en Madrid. Absolutamente pasiva fue también la actuación del Ingesa, organismo dependiente del Ministerio, ante la petición de compra de material para afrontar el virus que le llegaba de algunas autonomías.
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