Salud
Una industria con las cuentas sanas
Desde hace un tiempo, gracias al impulso de las nuevas tecnologías, a la industria médica y biotecnológica no le iba mal. Ahora, con el coronavirus, se ha disparado
Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena. Eso es lo que debieron pensar en las oficinas de administración, de tantas y tantas empresas biotecnológicas y de aparatos médicos, a la vista de la llegada masiva de pedidos a cuenta del coronavirus. Desde vendajes, guantes hasta válvulas cardiacas y nuevas tecnologías desarrolladas por la industria se producían a un ritmo «normal». Constantemente nuevos dispositivos aparecen en el mercado, con empresas decididas a cumplir con los altos estándares de regulación, calidad y normatividad existentes en los diferentes países a nivel global. Y de pronto. El caos. Lo que hasta ahora era una petición controlada –y muy medida– de los aparatos o mascarillas que se necesitan con regularidad en un hospital, hemos pasado a la exigencia –ya– de cientos de miles, mejor si son millones, de todo tipo de monos aislantes o calzas, de mascarillas y batas de trabajo para hacer frente a una pandemia que amenaza con paralizar el mundo tal y como lo conocemos. España, nuestra industria, es incapaz de hacer frente a una demanda inusitada. De ahí que durante las primeras semanas la sensación de caos estuviese marcado por la falta de gafas o mascarillas o de tests de la enfermedad, por un temor –fundado– a que los respiradores necesarios para atender a las decenas de miles de neumonías que se suceden no fueran suficientes. Una que ha provocado que el Gobierno, quien debería centralizar todas estas compras, por agilidad en la gestión y por la necesidad de lograr el mejor precio, no estuviera a la altura de la situación de crisis. Las previsiones apuntaban a que la industria de tecnología médica crecería a una tasa anual de 5% entre el 2014 y el 2020, año en el que alcanzaría 513.500 millones de dólares en ventas. Unos números que se han quedado viejos. El miedo al desabastecimiento de estos productos sin duda alterará los números y la previsiones. Como la energía, como los alimentos, los aparatos médicos es posible que se conviertan en un bien estratégico para no pocos países. La experiencia –la mala experiencia sufrida– sin duda nos cambiará. Y no será lo único que cambie.
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