Coronavirus

«Ahora, con el confinamiento por el Covid-19, todos somos avaros cognitivos»

Shelley Taylor y Susan Fiske, premio Fundación BBVA en la categoría de Ciencias Sociales, aseguran que somos seres adaptables: “Si supiéramos que vamos a estar, por ejemplo, dos años encerrados, estaríamos tristes un tiempo, pero luego descubriríamos lo que podríamos hacer”

Susan Fiske, premio Fundación BBVA de ciencias sociales.
Susan Fiske, premio Fundación BBVA de ciencias sociales.BBVA

Sus trayectorias se unieron en 1972. En ese momento, Susan Fiske preguntó a su profesora Shelley Taylor si podía colaborar con ella y desde entonces han sido numerosas las veces que lo han hecho. Este trabajo en equipo les hizo unir la psicología social con la cognitiva en los años 80, toda una novedad, porque entonces los problemas sociales y los de aprendizaje habían llevado caminos separados. Y ha sido precisamente por sus contribuciones en este campo, el de la cognición social o, dicho de otro modo, qué procesos cognitivos usamos los individuos para entendernos a nosotros mismos y a otras personas, lo que les ha hecho merecedoras del XII Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ciencias Sociales. También destaca el término y el concepto del «avaro cognitivo» que acuñaron. Léase, un tipo de sesgo por el cual nos inclinamos hacia informaciones que confirman nuestras propias creencias, reduciendo así el esfuerzo mental de procesarla. Algo que estos días si cabe está más presente que nunca. Ahora bien, este mecanismo también permite gestionar en una fracción de segundo la ingente cantidad de información que hay en cualquier interacción social. Preguntamos a ambas expertas sobre la posible aplicación de sus investigaciones conjuntas e individuales ante la actual situación de confinamiento provocada por el coronavirus.

–¿Somos más avaros cognitivos en tiempos de Covid-19?

–Susan Fiske: El avaro cognitivo describe a quienes toman atajos para tomar decisiones. Cuando las personas están preocupadas y distraídas, tenemos menos espacio mental para pensar cuidadosamente, por lo que ahora todos somos avaros cognitivos. Pero cuando nos instalamos en las rutinas, ahora o después, podemos pensar más profundamente.

–Shelley Taylor: Es probable que veamos más atajos y sesgos cognitivos en nuestro pensamiento durante estos tiempos. Dicho esto, es muy seguro que las personas reserven sus recursos cognitivos para las cosas más importantes, que en este momento pueden ser problemas relacionados con el virus. Sospecho, sin embargo, que más gente extraviará sus llaves, olvidará una cita y cometerá otros pequeños errores.

–Según sus estudios, es humano sentirse incómodo al inicio con personas que son diferentes. Ahora hay algo común a todos, el Covid-19 y, para muchos, estar confinados. ¿Eso nos puede unir o hacernos sentir más cómodos al sufrir la misma situación?

–S. F.: El lado positivo es que muchas personas están siendo generosas y valientes para ayudar a todo tipo de ciudadanos. El Covid-19 es el enemigo común, que ataca a toda la humanidad.

–S. T.: Sí, pienso que compartir una A

puede hacer que incluso las personas que son bastante diferentes entre sí se sientan más cómodas al estar juntas. Una gran amenaza nos hace a todos más parecidos.

–¿Cómo podemos superar los estereotipos dañinos?

–S. F.: Con interdependencia. Todos nos necesitamos unos a otros; todos necesitamos que otros tomen precauciones, por lo que debemos aprender a vivir juntos y confiar.

–Según ustedes, ¿cómo saldremos de este encierro? ¿Más positivos, queriendo estar más cerca o sospechando del de al lado?

–S. F.: Este aislamiento es la nueva normalidad, pero somos adaptables, y creo que volveremos a nuestras viejas costumbres, pero con más lavado de manos y más reuniones virtuales.

S. T.: Saldremos de esto encantados de volver a ver gente. No creo que vayamos a tener miedo del prójimo, al menos, no de forma permanente. Pero si el virus se vuelve recurrente, tendremos que hacer cambios radicales en nuestras vidas sociales, y eso será emocionalmente costoso.

–Taylor, según sus investigaciones sobre ilusiones positivas, vemos el futuro mejor de lo que probablemente será. Esto nos puede ayudar durante el confinamiento, pero, ¿cuáles pueden ser las consecuencias negativas de estas ilusiones positivas? Por ejemplo, muchos de nosotros ahora estamos pensando en irnos de vacaciones dentro de unos meses. Si la situación no mejora, no será posible. ¿Ver el futuro de una manera positiva puede hacernos caer en esa decepción o nuestro cerebro «nos dirá» de nuevo una ilusión positiva?

–S. T.: El contacto telemático nos proporciona los beneficios del apoyo social. Dicho esto, el físico, como abrazar, es muy beneficioso, y cuando ese tipo de contactos están restringidos, perdemos parte del beneficio del apoyo social. Pensar en un futuro mejor es útil. Pero pensar en un futuro específico que ahora puede no suceder es muy estresante. Sin embargo, las personas son buenas para adaptarse a las nuevas realidades, y si supiéramos que estamos encerrados, digamos, durante dos años, estaríamos tristes por un tiempo, y luego descubriríamos lo que podemos hacer durante ese tiempo y seguir adelante. Llevamos décadas estudiando ilusiones positivas y hemos descubierto que las personas son realmente buenas para adaptarse a las circunstancias cambiantes. Nuestros cerebros a menudo generarán nuevas ilusiones positivas.

–¿Qué es lo mejor y lo peor que ha observado durante la pandemia a nivel psicosocial?

–S . F.: Lo peor ha sido ver cómo la gente acumula comida y papel higiénico. Lo mejor, el ingenio de las personas al usar plataformas remotas para el trabajo, la educación y la vida.

–¿ Podrían darnos algún consejo para quienes podrían estar cansados o al límite de llevar tanto tiempo confinadas en sus casas?

–S. T.: Creo que una forma de superarlo es encontrar proyectos o intereses que uno siempre ha tenido que dejar de lado en favor del trabajo y otras obligaciones y hacer algunas de esas cosas que hemos postergado desde hace mucho tiempo. Además, cambiar el entorno puede ayudar: trasladar el trabajo a otra habitación, probar nuevas recetas para las comidas, cosas como esas pueden sustituir en parte la falta de opciones a las que nos enfrentamos ahora. Podemos controlar y diversificar.