¿Qué es lo que más nos cuesta entender del autismo?
-Al final las personas con esta condición presentan comportamientos que chocan con cosas muy valoradas por los seres humanos. Por ejemplo, sus dificultades para la comunicación. Los normotípicos, el resto de la población, somos muy sociables, hablamos con muchas personas y usamos constantemente el lenguaje corporal, los gestos, las expresiones faciales. Para las personas con autismo, es una información que tienen dificultades para captar. También con las interacciones sociales, somos muy grupales, nos encanta estar con muchas personas. Ellos se pueden sentir desbordados en esas situaciones y, aunque a menudo están deseando tener amigos, alejarse de esas situaciones en las que se pueden sentir torpes o rechazados y, demasiadas veces, víctimas de acosos selectivos. Les gustan los movimientos repetitivos, tienen intereses restringidos, pero si no los entendemos, los que tenemos un problema de flexibilidad mental somos nosotros.
-¿Qué errores se cometen al tratar con las personas autistas?
-Uno común es pensar que son todos iguales, cuando es una condición de espectro en el que puede haber grandes diferencias de una persona a otra. Otro es no darse cuenta de la importante aportación que pueden hacer a nuestra sociedad. El tercero es la incomprensión a la situación que viven las familias, lo que lleva a personas ignorantes a hacer comentarios crueles e injustos.
-¿Qué avances ha habido tanto a nivel científico como social?
-En los dos aspectos hemos avanzado muchísimo en los últimos años. En el aspecto científico han sido relevantes los conocimientos sobre genética, sobre cambios moleculares y celulares en las personas con esta condición, sobre las conexiones neuronales, sobre los factores de riesgo. En el aspecto social hay una mayor concienciación, tanto entre los profesionales (pediatras, psicólogos clínicos, investigadores) como entre la población general. Destacaría el mayor compromiso con la atención temprana, con la escolarización en aulas TEA, con la inserción profesional, aunque nos queda todavía mucho camino por recorrer.
-¿Qué hecho ha sido el más relevante en los últimos tiempos?
-Que el autismo haya pasado del ámbito del especialista al de la sociedad. Quizá destacar el maravilloso compromiso de maestros y profesores, cómo se esfuerzan en sacar adelante a estos muchachos, el apostar entre todos porque alcancen el máximo nivel posible de autonomía personal. Al final las pequeñas cosas son las que marcan grandes diferencias.
-Sin embargo, su causa sigue siendo una incógnita...
-Cada vez menos. Sabemos que hay un fuerte componente genético. Aunque no existe un gen del autismo, sí que hay cientos de genes que dan una mayor o menor propensión y luego factores ambientales de riesgo, que dan un aporte combinado. Al parecer no tenemos una ecuación sencilla, sino una con miles de variables, pero es lo más acertado que hemos tenido hasta el momento.
-¿Cómo está influyendo la pandemia en estas personas?
-Les afecta más que a los demás. Dificulta aún más sus interacciones sociales. Les ha hecho perder en muchos casos parte de las terapias que realizaban (de conducta, logopedia, apoyo escolar...) y que tan bien les vienen. Y por supuesto, les aqueja lo que nos afecta a todos: incertidumbre, miedo, problemas económicos, dificultades para avanzar en la escuela, brecha tecnológica, falta de recursos educativos, etc.
-¿Qué les diría a quienes se escudan en el autismo para no vacunarse?
-Que son unos ignorantes. Las vacunas son el mejor invento de la historia de la Humanidad y la Ciencia ha demostrado, repetidas veces y con contundencia, que no hay ninguna relación entre ellas y el autismo. Aún así, si alguien cree, sin ninguna prueba, que sabe más que toda la comunidad científica, el problema es suyo.
-¿Y qué consejo les daría a las familias con hijos autistas?
-No les doy consejos, les doy las gracias por su esfuerzo constante, por darnos la oportunidad de ser una mejor sociedad. Nuestro nivel como país lo marca el cómo tratamos a los que son un poco diferentes.