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Estudio

El tai chi reduce la depresión y la ansiedad tras un accidente cerebrovascular

Tras ocho semanas de practicar esta disciplina los pacientes mejoraron su estrés y la calidad del sueño

Una mujer practica Tai chi WU HONGEFE

Cualquier ayuda es buena para mejorar la calidad de vida de una persona y ahora un pequeño estudio de viabilidad muestra que el tai chi tiene el potencial de reducir la depresión, la ansiedad y el estrés, además de mejorar el sueño en personas que han sufrido un derrame cerebral. La investigación se presenta hoy en el Congreso EuroHeartCare, un congreso científico online de la Sociedad Europea de Cardiología.

La depresión ocurre en aproximadamente un tercio de los sobrevivientes de un accidente cerebrovascular y está relacionada con mayores tasas de discapacidad y mortalidad. Las personas con depresión posterior al accidente cerebrovascular con frecuencia también informan ansiedad, estrés y falta de sueño. Y es aquí donde entra en juego el tai chi, ya que se enfoca en liberar la tensión en el cuerpo, incorporando la atención plena y las imágenes en el movimiento, aumentando la conciencia y la eficiencia de la respiración y promoviendo la relajación general del cuerpo y la mente.

“Las intervenciones de mente y cuerpo se usan comúnmente entre los adultos para disminuir los síntomas depresivos”, asegura la autora del estudio, la Dra. Ruth Taylor-Piliae, de la Universidad de Arizona, Tucson, en Estados Unidos. “La práctica del tai chi permite al individuo dejar la mente quieta al vivir en el presente y dejar de lado las emociones negativas innecesarias, como la depresión”, añade la experta.

Este estudio examinó la viabilidad de usar tai chi en personas con un accidente cerebrovascular previo. Se inscribieron en el estudio un total de 11 sobrevivientes de accidentes cerebrovasculares que informaron síntomas de depresión. Tenían en promedio 70 años y el 55% eran hombres. Todos los supervivientes de accidentes cerebrovasculares asistieron a las clases de intervención de tai chi, tres veces por semana, durante un total de ocho semanas.

Después de ocho semanas de tai chi, los investigadores observaron reducciones significativas en los síntomas de depresión, ansiedad y estrés en comparación con la línea de base, junto con una mejor eficiencia del sueño, menos vigilia después del inicio del sueño y menos tiempo despierto. La Dra. Taylor-Piliae explica que “al inicio del estudio, los participantes informaron síntomas leves a moderados de depresión, ansiedad y estrés. Me sorprendieron y me complacieron las mejoras que observamos en estos síntomas autoinformados y en el sueño con solo una intervención de ocho semanas”.

Los investigadores también tomaron muestras de sangre al inicio del estudio y ocho semanas para medir los marcadores de estrés oxidativo e inflamación que anteriormente se habían asociado con la depresión posterior al accidente cerebrovascular. Encontraron una menor actividad del marcador de estrés oxidativo después de la intervención, pero ningún cambio significativo en ninguno de los marcadores inflamatorios. La Dra. Taylor-Piliae detalla que “nuestro objetivo final es ver si el tai chi reduce los síntomas depresivos en los supervivientes de un accidente cerebrovascular y también mejora los marcadores bioquímicos asociados con la depresión” y tras este análisis podemos concluir que “los resultados de este estudio de viabilidad deben interpretarse con cautela debido al pequeño tamaño de la muestra y la falta de un grupo de control. Se necesita más investigación antes de poder hacer recomendaciones sobre el tai chi para las personas que han sufrido un accidente cerebrovascular. Esperamos para hacer un ensayo aleatorio con una intervención de tai chi de 12 semanas en un grupo más grande de pacientes“.

La intervención se había planificado para 12 semanas, pero se acortó debido a la pandemia de Covid-19. Cada clase consistió en un período de calentamiento de 10 minutos, 40 minutos de ejercicio de tai chi y un período de enfriamiento de 10 minutos. A los participantes se les enseñaron gradualmente 24 movimientos básicos del estilo Wu de tai chi (un promedio de dos nuevos movimientos por semana).

Las mediciones se tomaron al comienzo del estudio y se repitieron después de la intervención de ocho semanas. Los síntomas de depresión, ansiedad y estrés se evaluaron mediante cuestionarios estandarizados. El sueño se evaluó durante la noche utilizando un acelerómetro triaxial, que detecta el movimiento. Específicamente, los investigadores examinaron la eficiencia del sueño (porcentaje de tiempo pasado durmiendo), la cantidad de tiempo despierto después de estar inicialmente dormido y el tiempo total despierto después de acostarse.

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