Opinión

Madres tardías

Madres tardías
Madres tardíasIVIIVI

Yo fui una de ellas. Tuve por primera vez a mi hijo en los brazos con cuarenta y dos años. Pero mi hijo ya tenía entonces dos. Le conocí en Odessa, una hermosa ciudad de Ucrania, en agosto del 2000. Antes de comenzar con los trámites de la adopción lo habíamos intentado primero de forma natural y, tiempo después, con la ayuda de especialistas en reproducción asistida. Recuerdo aquella etapa como agridulce. Por un lado mi deseo de quedarme embarazada era tan grande que cualquier tratamiento lo seguía con pasión y rigor. Por otro, en los noventa la asistencia para la fertilidad no estaba tan avanzada como hoy y sufrí en demasía.

Desde muy joven tuve tremendos dolores durante la regla que con la edad se fueron adelantando en el ciclo menstrual. Eran contracciones que me despertaban por la noche y me hacían retorcerme hasta la náusea. Los analgésicos no me quitaban el dolor. Los ginecólogos me decían que tenía los ovarios poliquísticos. Nunca ninguno me diagnosticó endometriosis, lo que finalmente era. De modo que tampoco nunca me hicieron una fecundación in vitro, lo indicado para preñarme con esa enfermedad. Todo fue estimulación ovárica a base de inyecciones diarias durante muchos meses y, finalmente, dos inseminaciones artificiales sinsentido. Mi cuerpo estaba muy cansado y decidimos adoptar. Cuando volví con mi hijo fui a pedirle al cirujano que me quitara el dolor; me extirpó la matriz y se acabó el padecimiento.

Si se hubiera sabido lo que hoy se sabe, yo seguramente tendría un hijo biológico. Pero no tendría a mi hijo ucraniano y amado, así que no cambio la experiencia.

Dicen que el 10% de los niños que vemos por la calle han nacido con técnicas de reproducción asistida. Las mujeres intentamos la maternidad cuando podemos, que es a veces demasiado tarde. Pero, y es de sobra sabido, que hasta que no se reparta la labor de crianza y haya una conciliación verdadera será así.

Es maravilloso que se haya avanzado tanto en la ayuda a engendrar. Es maravilloso ser madre, incluso tardía.