Bienestar
Duna Nicolau, nutricionista: “Por este motivo no deberías comprar el melón o la sandía partido por la mitad en el supermercado”
Aunque resulte algo práctico, comprar frutas cortadas como el melón o la sandía puede conllevar riesgos invisibles para la salud si no se manipulan y conservan adecuadamente
Durante los meses de calor, las frutas como el melón y la sandía se convierten en protagonistas indiscutibles de la dieta. Son refrescantes, ligeras, ricas en agua y muy fáciles de incorporar tanto en desayunos como en meriendas. Sin embargo, hay una práctica cada vez más común en los supermercados que podría estar comprometiendo la seguridad alimentaria sin que el consumidor lo perciba a simple vista: comprar estas frutas ya partidas por la mitad y envueltas en plástico.
La nutricionista Duna Nicolau ha lanzado una advertencia clara en redes sociales y medios especializados: evitar el consumo de melones y sandías ya cortados y expuestos sin refrigeración adecuada. Según explica la experta, esta presentación tan aparentemente inocente puede convertirse en un foco de proliferación de microorganismos si no se cumplen estrictamente las medidas de higiene y conservación necesarias.
¿Por qué no es seguro comprar fruta partida?
“El melón y la sandía tienen una corteza gruesa y dura que actúa como una barrera natural contra bacterias y contaminantes del entorno”, señala la nutricionista. “Pero en cuanto se abre esa fruta, queda expuesta a todos los patógenos del ambiente, desde bacterias como Listeria monocytogenes hasta Escherichia coli o incluso Salmonella”.
Estas bacterias, aunque invisibles, pueden encontrarse en la superficie del propio fruto debido a las condiciones del campo donde ha crecido: tierra, fertilizantes, agua contaminada. Si no se realiza una correcta limpieza de la superficie antes del corte, es fácil que estos microorganismos pasen al interior, especialmente si se usa un cuchillo contaminado.
Además, la dietista advierte de otro riesgo habitual en los puntos de venta: la interrupción de la cadena del frío. “En muchos supermercados, estas frutas ya cortadas se dejan a temperatura ambiente durante horas". Esto es un error gravísimo, porque una vez abierta, la fruta debe mantenerse refrigerada de inmediato. La combinación de pulpa jugosa, azúcares y calor crea un entorno perfecto para el desarrollo bacteriano.
¿Qué recomiendan los organismos de salud?
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) coinciden en que los alimentos frescos listos para el consumo, como frutas cortadas, deben mantenerse siempre a temperaturas de refrigeración por debajo de los 5 °C. De lo contrario, se considera que están en una “zona de peligro microbiológico”, donde las bacterias pueden multiplicarse rápidamente.
Este mismo criterio se aplica a establecimientos de restauración colectiva, hospitales, comedores escolares o bufés libres. Si no se garantiza la temperatura y la higiene, la fruta cortada puede ser una fuente directa de intoxicaciones alimentarias.
Compra siempre el melón o la sandía enteros, límpialos bien por fuera con agua y un cepillo si es necesario antes de cortarlos, y conserva cualquier porción que no consumas en el frigorífico, dentro de un recipiente cerrado.
Otra opción intermedia es comprar fruta cortada sólo en establecimientos que garanticen refrigeración continua y manipulación segura, como fruterías especializadas o secciones refrigeradas de supermercados. Aun así, conviene revisar siempre la fecha de corte, la apariencia del producto y evitar frutas que presenten exceso de humedad, zonas oscuras o textura babosa.
En época estival, cuando las temperaturas se disparan y el consumo de frutas refrescantes aumenta, la seguridad alimentaria debe estar más presente que nunca en nuestras decisiones de compra. Lo que parece un pequeño gesto cotidiano, como llevarse medio melón ya cortado, puede conllevar un riesgo innecesario si no se toman las precauciones adecuadas.