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Pacientes

Cuando la insuficiencia renal aumenta el riesgo de sufrir un infarto

Cerca del 30% de pacientes con esta patología nefrológica tiene insuficiencia cardíaca

Resulta vital hacer ejercicio, no fumar y controlar la diabetes y la tensión DREAMSTIMELA RAZÓN

La insuficiencia renal conlleva un mayor riesgo de enfermedad cardiovascular y de mortalidad prematura en comparación con la población general, «incluso antes de llegar a su fase terminal con necesidad de diálisis o trasplante», afirma la doctora Natalia Blanco, especialista del Servicio de Nefrología del Hospital Quirónsalud La Coruña.

Así, «cerca del 30% de los pacientes con enfermedad renal crónica también sufren insuficiencia cardíaca», explica la doctora Yanela Y. Ortega, especialista del Servicio de Cardiología del Hospital Quirónsalud Valle del Henares, en Torrejón de Ardoz.

Los pacientes con deterioro progresivo de la función renal tienen asociados factores de riesgo cardiovascular tradicionales, que explican en cierta medida el aumento de la morbimortalidad.

De hecho, «en pacientes con enfermedad renal crónica en fases tempranas se ha visto que presentan un aumento de prevalencia de hipertrofia del ventrículo izquierdo,aterosclerosis y calcificaciones vasculares», precisa la nefróloga.

Y no es un asunto baladí. «La hipertrofia del ventrículo izquierdo constituye un importante factor de riesgo de mortalidad cardiovascular, así como de muerte súbita», añade la doctora Blanco.

«Cuando existe insuficiencia renal, es posible que algunos minerales importantes del cuerpo como el calcio y el fósforo se desequilibren», explica el doctor Cristian Iborra, jefe asociado del Servicio de Cardiología del hospital Quirónsalud Valle del Henares.

«Sus niveles de vitamina D –prosigue Iborra– también pueden disminuir y, por tanto, los huesos pueden perder calcio y volverse débiles con el tiempo. Algunas cantidades de calcio y fósforo pueden terminar en partes del cuerpo que no corresponden, como el corazón y los vasos sanguíneos. Esto hace que los vasos sanguíneos se vuelvan rígidos y estrechos, y con esto aumenta la posibilidad de presentar un ataque al corazón».

El control estricto de estos factores de riesgo como la presión arterial, el colesterol, especialmente tener las lipoproteínas de baja densidad (cLDL) elevado y la glucemia o hemoglobina glicosilada (indicador más estable), podrían reducir drásticamente los eventos cardiovasculares de manera temprana en este grupo de población.

Es decir, frente a «ambas patologías ya sea para prevenir como para controlar hay que hacer actividad física regular, perder peso si se necesita, comer menos grasa, mantener la presión arterial, azúcar en sangre y grasas en sangre dentro del rango objetivo, dejar de fumar y reducir el estrés», aconseja la doctora Ortega.

«Y es que la hipertensión arterial y la diabetes mellitus son las dos causas principales de la enfermedad renal crónica. También puede producirse por trastornos autoinmunitarios, enfermedades genéticas, infecciones recurrentes, obstrucción prolongada de las vías urinarias por agrandamiento de próstata, algunos tumores, cálculos renales...», precisa Blanco.

Más riesgo en diálisis

Unas recomendaciones que son siempre cruciales, pero especialmente entre quienes reciben diálisis. Así, «entre el 40 y el 70% de los pacientes que inician diálisis ya tienen manifestaciones de enfermedad cardiovasculares, y esta es la causa del 40% de las muertes», afirma Ortega.

De hecho, «la mortalidad cardiovascular es de 10 a 30 veces superior en estos pacientes que en la población general», precisa la doctora Ortega, que pone como ejemplo que la mortalidad al año o a los dos años de un infarto de miocardio en pacientes en diálisis es del 59 y 73%, respectivamente. Es decir, muchísima más elevada que en la población general, incluso que en diabéticos.

También sucede a la inversa. Es decir, «es común en pacientes con enfermedad cardiovascular tener enfermedad renal crónica y con frecuencia está infradiagnosticada e infratratada», afirma la especialista en Nefrología.

Si bien, como puntualiza la doctora Blanco, «los mecanismos que ocasionan un deterioro crónico de la función renal en pacientes con enfermedad cardiovascular no están tan claros. Pero ambas patologías comparten factores de riesgo tradicionales (edad, diabetes, hipertensión arterial, inactividad física, tabaco...)».

«Además la excesiva producción de mediadores vasoconstrictores (epinefrina, angiotensina y endotelina) y alteración de la liberación de vasodilatadores endógenos (óxido nítrico y péptidos natriuréticos), como los tratamientos utilizados para la insuficiencia cardíaca pueden influenciar en el deterioro de la función renal», añade la nefróloga.

Otras patologías que también están asociadas

Varias investigaciones han demostrado una asociación entre la enfermedad renal crónica y «tener más de 60 años, hipertensión arterial, obesidad, cifras bajas de colesterol de las lipoproteínas de alta densidad, diabetes mellitus, alteraciones de hipertrofia del ventrículo izquierdo, cardiopatía isquémica o insuficiencia cardíaca, así como una Tasa de Filtración Glomerular reducida (nivel que indica cómo están funcionando los riñones)», tal y como explica la doctora Ortega.