Opinión

El Tribunal de Cuentas fiscaliza las mascarillas de Salvador Illa

Illa es un buen candidato para Cataluña, pero se ve que la gestión no era precisamente su fuerte.

El ministro de Sanidad, Salvador Illa
Salvador Illa lideraba el Ministerio de Sanidad cuando estalló la pandemia de la Covid-19Servicio Ilustrado (Automático)CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

Las mascarillas podrían generarle algún que otro quebradero de cabeza a Salvador Illa, máximo dirigente del PSC-PSOE en las elecciones de Cataluña. Sin ir más lejos, da para pensar un informe de fiscalización de contratos realizado por el Tribunal de Cuentas, que califica de «irregular» que desde su departamento, cuando era ministro de Sanidad, no se investigara la solvencia de la empresa FCS Select hasta después de pagarle por adelantado los 217 millones de un contrato.

En su tarea de control fiscalizadora, el TCU refiere que FCS contaba con sólo dos empleados y su solvencia técnica no estaba acreditada, tampoco fue debidamente comprobada, pese a lo cual se le pagaron anticipadamente los 217 millones de euros referidos. Subraya el órgano fiscalizador el hecho llamativo de que el objeto social de la sociedad fuese «importación, exportación y distribución de toda clase de productos de alimentación», lo que no fue obstáculo para comprarle 508 millones de mascarillas quirúrgicas, 10 millones de guantes y 150.000 gafas protectoras. Resulta además que 50 millones de aquellas mascarillas eran defectuosas, pese a lo cual Sanidad no pidió la devolución de su importe, según el Tribunal de Cuentas.

Un quebradero de cabeza más, que se suma al hecho de que la Fiscalía Anticorrupción haya derivado a la Fiscalía Europea adjudicaciones millonarias de Sanidad de aquellos años duros de la pandemia, cuando el Ministerio lo comandaba Illa. Entre ellas se encuentran los más de tres millones de euros que se pagaron a una empresa de fabricación de yesos para traer respiradores de ventilación mecánica invasiva, sin que esos aparatos llegaran nunca, según recoge la investigación.

Políticamente Salvador Illa es un buen candidato para Cataluña, pero se ve que la gestión no era precisamente su fuerte.