Castilla y León
Silvia Clemente: la tránsfuga de las 1.000 caras
Comenzó de camarera sirviendo cochinillo en el restaurante de su tío, pero tras acabar sus estudios de Derecho y opositar a la administración del Estado, sus dotes para la comunicación la impulsaron a la primera línea política.
Comenzó de camarera sirviendo cochinillo en el restaurante de su tío, pero tras acabar sus estudios de Derecho y opositar a la administración del Estado, sus dotes para la comunicación la impulsaron a la primera línea política.
De tormenta en tormenta. Así camina últimamente la política española. Con líderes en busca de la mejor ola para surfear las polémicas y evitar ser arrollados por su fuerza centrífuga. La mayoría, en busca de esa calma que suele llegar tras la tempestad, pero con serias dificultades para frenar el ímpetu de los truenos. Políticos que saben mantener las siglas de su partido grabadas a fuego en su piel frente a otros que no pueden contener el ego guardado en la caja de Pandora y que se agarran al primer salvavidas que encuentran escondido en la chistera. Hay quienes aguantan cual músicos del Titanic por principios, otros que prefieren apresurarse a subirse al primer bote sin saber con certeza el destino que les espera. Y así comienza la fiebre de los fichajes que hemos visto esta semana y los que están por venir. En la categoría de los que han buscado mejor suerte fuera de su partido de toda la vida está la siempre polémica Silvia Clemente, quien después de más de 18 años ligada al Partido Popular ha dado portazo a la formación azul para ponerse la chaqueta naranja. Algunos la tachan de tránsfuga por fichar por Ciudadanos, otros lo ven como una decisión desesperada, y hay quienes piensan que su ambición ha ido demasiado lejos. Pero ¿quién es realmente Clemente? Esa chica que comenzó de camarera en un mesón segoviano sirviendo cochinillo y acabó convirtiéndose en una de las políticas castellanas con más proyección. Envidiada, criticada y siempre en el ojo del huracán. ¿Por qué ha decidido cambiar a Pablo Casado por Albert Rivera? Viajamos a Segovia, donde nació en 1967, exactamente en el pueblo de Pedraza, donde amigos, compañeros y conocidos de la política nos hacen una radiografía que ayuda a comprender los movimientos de la ex popular. «Recuerdo cuando íbamos al Asador Manrique, en Sotosalvos, que era propiedad de su tío. Allí estaba ella sirviendo, siempre amable, dicharachera», explica Toñi, que ha seguido de cerca los pasos de Clemente. Pero su trabajo de camarera le duró poco.
Comenzó a estudiar Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid y más tarde opositó al Cuerpo Superior de la Administración de Castilla y León. Sus buenas dotes para la comunicación (una de sus grandes obsesiones) hicieron que su paso a la política estuviera garantizado. Ocupó cargos de relevancia como alta funcionaria en diversos puestos de la Administración en Segovia. Fue el entonces secretario general del PP de la comunidad, Jesús Merino, quien la impulsó. En 2001, con apenas 34 años recién cumplidos, dio el salto a la primera línea política y hasta 2015 ocupó diversas consejerías (Cultura, Medio Ambiente, Agricultura) y supo manejar con destreza a los medios. «Estaba obsesionada con la imagen, pero hay que ser justos, siempre ha sido una mujer muy trabajadora, exigente, no soporta la mediocridad. En las distancias cortas es educada, simpática y cariñosa. No se le escapa una», apunta una periodista que ha trabajado durante años a su lado. Si hubiera que ponerle algún «pero», esta profesional de los medios de Castilla y León destaca su impuntualidad y su obsesión por la cirugía estética.
«Siempre se decía que es la política española más operada. Se le fue de las manos, empezó por la nariz, pero luego siguieron los pómulos, labios, pecho, glúteos... se ha destrozado. Ha hecho el tonto porque era una chica guapa pero...», añade. Además, al tiempo que su ascenso en política se hacía más notorio (estuvo a punto de ser ministra en varias ocasiones, pero el salto al ruedo nacional nunca fraguó), sus caprichos también lo hacían de manera proporcional. «Le gustaba la buena vida y se daba muchos lujos. Quizá esto fue lo que llevó a que en Segovia la gente comenzara a gustarle menos.
Al principio la gente estaba orgullosa de que una mujer de aquí hubiera llegado tan alto, pero después se fue distanciado de la ciudad. Los segovianos la veían alejada de su casa, altiva, como si se avergonzara de sus orígenes», apunta esta misma fuente. De hecho, según nos comenta una antigua vecina, «ha vendido recientemente un dúplex que poseía a los pies del Acueducto». Sus políticas estuvieron siempre acompañadas de escándalos. Se divorció de su primer marido –Juan Carlos, hijo de un reputado fotógrafo segoviano con el cual tiene una hija–, y más tarde comenzó una relación con el empresario patatero Franciso Javier Meléndez, con quien tendría otro vástago. «Entre medias se decía que tenía un ''affaire'' con su guardaespaldas, así empezaron a llamarla la Whitney Houston segoviana», recuerda esta vecina. Una supuesta relación que nunca se confirmó y quedó para el deleite de los corrillos. «Ignacio, el guardaespaldas, siempre ha estado a su lado desde que llegó a Valladolid. Es un hombre de su máxima confianza, pero no creo que llegaran a tener nada. Él es un tio muy guapete, un cachas de pelo corto. Un tío apuesto, chulete, pero muy majo. Todas las mujeres se volvían locas al verle», recuerda otro experto en comunicación que ha seguido los pasos de Clemente. Lo cierto es que cuando en 2015 Juan Vicente Herrera decidió que Clemente ocupara el cargo de presidenta de Las Cortes, la política se lo llevó con él, lo cual también suscitó recelos ya que, al parecer, es el Parlamento a través de una empresa con un grupo de seguridad quien facilita la custodia de los políticos. Pero ella decidió llevarse a su hombre con, supuestamente, un contrato blindado.
El movimiento de Herrera para alejar a Clemente de la gestión política no estuvo exento de comentarios, pues se vio en él unas segundas intenciones: apartar a Clemente del foco mediático. Algo que ella no soportó, y ahí habría comenzado su «operación tránsfuga», que se consolidó esta semana. «Su ambición personal nunca ha tenido límites y estaba claro que aguantaría poco tiempo. Su relación con la actual dirección de CyL, Alfonso Fernández Mañueco, no era buena. Tampoco con Paco Vázquez, presidente de la diputación de Segovia. Llevaban una temporada que se soltaban muchas pullas en público. Yo creo que ya se veía fuera así que buscó un nuevo plan», explica un político segoviano. «Ella piensa que con Ciudadanos sigue con el puesto y, además, así se venga de los populares. Sin embargo, en la formación naranja no ha sentado demasiado bien su admisión, mucha gente de Ciudadanos no ve con buenos ojos su fichaje, porque precisamente ella no es una imagen de regeneración, no está limpia, detrás tiene muchas sombras acechando, sobre todo el tema de las patatas», recalca el político. Se refiere a la polémica relacionada con su actual marido y su empresa de patatas, la cual multiplicó sus beneficios por 30 en un año después de que Clemente creara la campaña «Tierra de sabor», para fomentar los productos segovianos, entre los que se encontraban las patatas de su esposo. Casualidad o enchufe que no tuvo recorrido judicial, pero que todavía la persigue allá donde va. Como también lo hizo la celebración de sus segundas nupcias en la popular bodega de Carraovejas en Peñafiel, Valladolid, donde el reputado hostelero José María ejerció de anfitrión. «Ella fue quien impulsó el Centro Ecuestre de Segovia y sus detractores decían que lo hacía porque su hija es amante de los caballos y no había unas buenas instalaciones en la ciudad...», recuerda la periodista castellana. Clemente nunca ha dejado indiferente a nadie, con una vida política y personal digna de Netflix y que ya prepara una nueva temporada para seguir alimentando su leyenda.
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