Sociedad
Felices, pero pesimistas
Los españoles confiesan ser mayoritariamente felices, pero ante el futuro que se abre en este 2020, sigue creciendo el pesimismo. La felicidad puede ser una antídoto para lo que viene
Objetivamente, hay datos para pensar que las personas pueden ser hoy más felices que hace cien años. En 1919, Europa estaba devastada por una cruenta guerra y, aunque en paz –en junio se firmó el Tratado de Versalles– empezó a poner las bases que convertiría al continente en un gran campo de concentración. Educación, salud pública, condiciones laborales, trabajo infantil, igualdad de sexos, libertades civiles, derechos políticos, condiciones de vida... todo aquellos que hace una vida mejor es superior a hace un siglo. Sin embargo, parece no ser suficiente para asegurar la felicidad. Sin duda, se trata de un concepto ambiguo, cada vez con menos contenido y manejado por la mercadotecnia de la felicidad. Por contra, perdura un malestar que no siempre tiene que ver con el nivel de vida. Es más, a más desarrollo le corresponde una mayor insatisfacción. Es cierto, que los más pobres se conforman con menos –poco puede ser mucho–, que incluso aprecian más gestos de afectividad que en sociedades opulentas han dejado de tener valor. Ansiedad y depresión (según la Organización Mundial de la Salud, en España hay 2,4 millones de personas con esta dolencia, el 5,2% de la población) han entrado a formar parte de una sociedad que no consigue aliviar esa angustia vital con progreso y crecimiento. Sólo en Francia, uno de los países más desarrollados del mundo, uno de cada cuatro ciudadanos ingiere antidepresivos y ansiolíticos. Según la encuesta anual que realiza Gallup International coincidiendo con el final de año, los países africanos, muy alejados de los habituales niveles de bienestar de desarrollados, son más optimistas cara al futuro. Que el 73% de los nigerianos digan ser felices es un ejemplo de esta tendencia.
España, que se declara un país (con el 59% y muy feliz, con el 13%), es, sin embargo, pesimista respecto al futuro inmediato que se abre en 2020. Digamos que la supuesta alegría de vivir actúa como un antídoto ante lo que pueda venir. La percepción española es mucho más equilibrada que la italiana, que pintan un futuro más negro.
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