Coronavirus
Apocalipsis Covid-19
Lo que sucede con el Covid-19, si algo tiene de bueno –es un decir– es que los profanos en la materia hemos aprendido lo que es un coronavirus y, sobre todo, que nos pasamos el día lavándonos las manos, algo muy de agradecer para la higiene pública. Por el contrario, hay síntomas muy preocupantes –asociados a la epidemia en sí– que evidencian la facilidad de dirigir la vida en el planeta, en la actual sociedad global. Vemos imágenes con intervenciones incluso militares, como si estuviéramos en puertas del Apocalipsis. Las mascarillas se cotizan en el mercado negro por el desabastecimiento general, aunque ahora nos dicen que son totalmente ineficaces. Aun así, el domingo muchos aficionados las llevaban en el Bernabéu. Entre tanto, se clausuran universidades y colegios, se anulan congresos y ferias, se incrementa el teletrabajo y se desploma la bolsa. También algunos en la Iglesia aconsejan que nos demos la paz en misa al estilo oriental, y pretenden no administrar la comunión en la boca, a la vez que cierran templos impidiendo el culto –incluso la confesión– en Italia y otros países de tradición cristiana, pero mantienen la entrada para turistas de pago. En tiempos menos modernistas, era el clero quien se ponía al frente del pueblo implorando la protección divina con rogativas y procesiones. Se transmite desorientación y pánico ante la muerte y, al tiempo, se legaliza la eutanasia: esta sociedad parece haber perdido el sentido de su existencia.
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