Política
«Libertad, ¿para qué?»
Forma parte de la historia, esta conocida frase con la que, al parecer, Lenin habría contestado a Fernando de los Ríos cuando en 1920 este viajó a Petrogrado en representación del PSOE, para tantear la conveniencia de incorporarse a la Internacional Comunista. Preguntándole cuándo devolverían los comunistas las libertades al pueblo, el ruso le contestó: «Libertad, ¿para qué?».
La actual situación de confinamiento indefinido que vivimos, es propicia también para que meditemos acerca de esta cuestión: ¿Para qué queremos y necesitamos la libertad?
Podemos dar muchas respuestas –y no todas serán acertadas, quizás– pero, sin duda alguna, en el alma tenemos impresa la íntima convicción de que ser libres es consustancial a nuestra naturaleza humana: Poder orientar nuestro obrar en sentido amplio, según nuestra voluntad, y hacia el bien, en sentido estricto.
Este bien parece claro que ahora es el bien común de la salud pública, que exige que renunciemos temporalmente, entre otros, a derechos humanos tan primarios como el de libre deambulación, y lo respetemos. Pero siempre es delicado y complejo encontrar el correcto equilibrio en el binomio «seguridad-libertad», que de momento está ganando netamente el primero.
A veces necesitamos perder algo, para que su carencia nos revele su auténtico valor: añoramos y necesitamos cosas tan sencillas como salir a la calle a pasear, a correr, poder relacionarnos con los demás, y con esa naturalidad que es consustancial a nuestra condición humana.
Libertad, ¿para qué? Para poder ser nosotros mismos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar